Uno de los ponentes que han participado hoy en el Curso de Verano sobre turismo residencial, el Catedrático de la Universidad de Alicante Tomás Mazón (experto investigador en este tema) ha calificado de “invento desastroso” que la costa mediterránea se haya llenado de residenciales “bajo la batuta de las grandes empresas constructoras”.
“El turismo residencial encubre sólo intereses económicos, políticos, especulativos y de corrupción”, decía. El ejemplo más gráfico lo sitúa en la provincia en la que reside, Alicante: “Existen 17 o 18 municipios de turismo residencial y en ninguno de ellos mis estudiantes de Turismo saben que van a encontrar trabajo. Y que si lo encuentran, será de jardineros, porteros o limpiando piscinas. Lo que genera riqueza y empleo es el modelo Benidorm. Puedes ir un 6 de febrero, martes por la noche, y te encuentras todos los sitios abiertos y gente en la calle. Es una ciudad que tiene vida y eso es turismo, eso es lo que trae riqueza y puestos de trabajo”, señalaba.
Sin embargo, Alberto Strazzera, de la Universidad del Algarve (Portugal) parecía no compartir la visión tan negativa que sobre el turismo residencial tiene su colega. “No creo que todo sea tan malo. Se están haciendo las cosas razonablemente bien”, al menos, apuntaba, en esa zona de la costa atlántica portuguesa.
Pero para Tomás Mazón no hay duda: el turismo residencial ya de por sí es un concepto contradictorio. “Si es turismo cómo va a ser residencial, y si son residentes, no son turistas”.
¿Cómo sobrevivirá el turismo residencial, la construcción de cientos de miles de chalets y pisos por la costa ahora, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria? Para Majón, “lo hará, sin duda. Seguirá funcionando. Básicamente, porque la población local está encantada con el desarrollo que hay en los pueblos. Las voces críticas todavía son pocas y no son escuchadas”.