María Galiana demuestra en ‘Fuguadas’ ser mucho más que la «abuela de España»

Dos actrices sobre el escenario. Hora y media de comedia. Nueve escenas diferentes. Ese puede ser el resumen de la obra Fugadas que llenó el Auditorio Municipal Maestro Padilla de público el pasado viernes. Dos actuaciones memorables: María Galiana y Berta Ojea demuestran una vez más que se atreven con lo que le pongan delante y encima lo hacen auténticamente de lujo.

María Galiana, actriz acostumbrada a papeles de mucha relevancia, se adentra en la comedia por primera vez con este montaje. Galiana muestra sus dotes interpretativas y sobre todo un gran sentido del humor. Le acompaña en el reparto Berta Ojea, una actriz excelente, que borda su papel en Fugadas. Probablemente no había un dúo de actrices con tanta compenetración para contar esta historia que Galiana y Ojea.

La obra cuenta con una historia muy bien narrada en tono de comedia. El personaje de María Galiana es Carmen, una anciana con mucha experiencia y una gran vitalidad, que no se amilana ante nada. Por su parte, Berta Ojea (Marga) es mucho más joven, es una chica insegura que necesita de la sabiduría y los impulsos de la anciana.

En el largo trayecto que les lleva a estar juntas tras conocerse haciendo auto-stop se producen situaciones casi límite, pero en el fondo subyace la bondad y el buen corazón de ambas, lo que permitirá al final unirlas porque había mucho cariño entre ambas.

Siendo dos personas totalmente diferentes y muy contrarias en sus planteamientos recorren un camino paralelo, donde se tienen muchas veces que comprender y otras muchas que soportar. Para ambas merece la pena el esfuerzo. La anciana es impulsiva, no hay nada que la pare, mientras que la joven con más dudas, muchas veces se echa atrás.

Toda la acción se va desarrollando en distintas escenas, lo cual permitió al espectador poder tomarse un mínimo descanso para entrar de nuevo en acción. Momentos increíbles de la obra es cuando van a visitar la tumba de una amiga de Carmen y tras pasar un buen rato con ella, deciden que ha llegado la hora de comer, colocando un mantel sobre la tumba y sacando el vino que vendrá a animar a Marga.

 

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