Allan (Luis Merlo), neurótico intelectual que conversa imaginariamente con el legendario Humphrey Bogart acerca de los secretos de la seducción, acaba de ser abandonado por su esposa y entabla una relación especial con la mujer de su mejor amigo, en la que descubre un alma gemela. Linda se convierte en su confidente… y en algo más.
Tanto Luis Merlo como María Barranco hacen un trabajo impresionante de interpretación. La obra es maravillosa, carga de sarcasmo e ironía, con un sello muy particular de Woody Allen. Una de las características fundamentales de la obra es la forma de contarla y de llegar al público. Se trata de una historia de perdedores, pero que se podría dar en la vida real. El hombre preocupado por agradar a las chicas, y que al final descubre que está enganchado a la mujer de su mejor amigo.
Con una escenografía muy sencilla y a la vez dinámica, puesto que se recrearon varios ambientes a lo largo de hora y media, María Barranco intenta comprender al neurótico de Luis Merlo. El borda su papel, puesto que es una persona que está enganchado materialmente a las aspirinas y que piensa que la vida no va más allá de un sofá y de tomar pastillas. María Barranco por su parte, aunque está enamorada de su marido, un enfermo de los teléfonos móviles, es una mujer abierta y muy comprensiva, que intenta ayudar a Allan.
En definitiva, fue una hora y media que pasó muy rápida porque el público en su mayoría se rió con las cosas de Merlo en una comedia justo a su medida.