La Fundación Séneca financia una tesis doctoral para la mejora genética del Orius laevigatus, una especie de chinche empleada para combatir la plaga de trip. Es la primera vez que se acomete la mejora genética de este chinche y se busca dar con superguerreros para la lucha integrada en los cultivos: más resistentes a la variabilidad de temperatura y a la falta de alimento.
La agricultura continúa con su proceso de transformación hacia parámetros de mayor sostenibilidad, en los que el uso de pesticidas sea una mera anécdota y se apueste por las soluciones que ofrece la propia naturaleza. Y una de las líneas de trabajo más interesantes en este sentido, que no nueva, es la de la lucha integrada, es decir, el uso de insectos inocuos para las plantas, para combatir a otras especies que dañan los cultivos.
En una fórmula que imita las películas de ciencia ficción, investigadores y empresas especializadas crean un ‘ejército’ a medida, dotado con las mejores armas y resistencias que los convierten en una suerte de superhéroes, listos para resistir las condiciones ambientales más duras y, literalmente, comerse a sus enemigos.
Cómo se crean los nuevos superguerreros para la lucha integrada en los cultivos
A esta guerra que se libra en explotaciones agrícolas del sur de la Península Ibérica se ha sumado la Fundación Séneca, con la financiación de una tesis doctoral, en la que se trata de mejorar genéticamente al depredador Orius laevigatus y fortalecer sus capacidades de control biológico en las situaciones más delicadas.
La investigación corre a cargo de Ana Belén Abelaira, que realiza su tesis doctoral en la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), bajo la dirección de Pablo Bielza Lino. Y en este trabajo también participa la empresa especializada en lucha integrada Agrobío, con base de operaciones en la provincia de Almería, desde donde distribuye insectos y otros invertebrados a casi todo el mundo, tanto para combatir plagas como para facilitar la polinización de los cultivos.
Con la investigación de Ana Belén Abelaria, actualmente en una estancia de investigación en Norwich (Reino Unido), se buscan variedades de chinche Orius laevigatus capaces de actuar contra las plagas en entornos nada favorables como un invernadero, donde se encuentra unas condiciones de temperatura difíciles y donde no siempre tiene todo el alimento que necesita.
Qué se logra con la mejora genética del Orius laevigatus
Concretamente, explica Ana Belén Abelaria, con esta mejora genética se están alcanzando generaciones de Orius más resistentes a las bajas como a las altas temperaturas, para que puedan realizar su función de control biológico de plagas hasta en las condiciones más duras que se puedan dar en invernaderos de las provincias de Almería y Murcia.
Otro de los aspectos a mejorar en este chinche es su capacidad para resistir ante la falta de alimento, en épocas en las que todavía no se ha desarrollado la plaga; incluso, se busca que pueda buscar fuentes de alimento alternativas en la propia planta como el polen, que les permita seguir vivos sin dañar el cultivo.
Cómo se mejora genéticamente a este depredador de plagas
La mejora genética se consigue mediante la selección de los individuos que reúnen las características más interesantes y se convierten en los progenitores de futuras generaciones de chinches más resistentes. Así, se eligen los huevos de las hembras que toleran mejor la variabilidad de temperatura, de las que toleran alimentarse de polen cuando les falta su alimento principal, así como de aquéllas resistentes a los productos químicos empleados en los invernaderos. El fin último es lograr un ejército de ‘súper Orius’.
El proceso es muy laborioso, ya que hay que estudiar las características de individuos de diferentes generaciones, seleccionar los que mejor se adapten al fin que se persigue y emplearlos para producir una nueva generación de individuos. De esta manera, generación tras generación se llega al objetivo.
Qué plaga se quiere combatir
El enemigo a combatir es el trip, una plaga que causa daños en los cultivos y reduce la producción de frutas y hortalizas, con la merma de la capacidad fotosintética de las plantas.
La singularidad de esta tesis doctoral y de otros proyectos que dirige Pablo Bielza en la UPCT radica en ser los primeros en el mundo en abordar la mejora genética del Orius laevigatus. Sus trabajos, entre los que se encuentra la tesis de Ana Belén Abelaria despiertan interés por parte de la industria auxiliar de la agricultura, de ahí que cuenten con la colaboración con una de las firmas de mayor implantación en los invernaderos de Almería, que se encarga de suministarles la materia prima que necesitan en sus experimentos de laboratorio, a cambio de una información de mucho valor, para el desarrollo de variedades nuevas con las que combatir las plagas con una estrategia biológica.