Los parques naturales, cada vez más “parques”, pero menos naturales

    La política medioambiental de España y la Unión Europea (UE), dado el deterioro del medio ambiente, hasta ahora se ha limitado a la práctica de ir salvando los muebles en un incendio, es decir intentar salvar los pocos espacios naturales que quedaban, convirtiéndolos en islas, en un territorio fuertemente antropizado y con sus valores naturales destruidos, confiando en que de esa manera se protegería algo.

    Esa política, si bien necesaria, ha revelado claramente su insuficiencia. Esas islas, parques, reservas, LICS, ZEPAS,… han cumplido en parte su función, pero la falta de una visión global del territorio ya ha empezado a mostrar sus carencias. Las islas que se protegen se van deteriorando progresivamente, más lentamente que su entorno sin proteger, pero con un deterioro imparable que a medio largo plazo supondrá la desaparición de los valores naturales que llevaron a protegerlas.

    En estos momentos, en que la población de la mayoría de los países no aumenta, más bien disminuye, y con unos indicadores que señalan que esa tendencia decreciente va a continuar, sería el momento de cambiar de planteamientos, en el sentido invertir los términos de las políticas actuales, es decir, proteger todo el territorio y crear islas en las que se sitúe la actividad humana, restringiendo al máximo su impacto. Así las cuestiones relacionadas con el medio ambiente serían una fuente de actividad económica y empleo, ya que de lo que se trataría es de intentar restaurar todos los espacios que se pudiese a su estado natural, y son muchos.

    La política proteccionista actual tampoco ha dado los frutos deseados. La declaración de algunos parques, y la falta de control y planificación, ha supuesto que estos espacios se degraden hasta el punto de poner en peligro los valores que llevaron a su protección. No ha habido ningún reparo en autorizar actividades destructoras del entorno en LICS y ZEPAS, con el argumento del desarrollo económico. Mismo argumento que se ha utilizado en parques naturales. La utilización demagógica del argumento de que hay que buscar formas de desarrollo con la protección del medio ambiente ha llevado a que los criterios económicos y desarrollistas primen sobre los conservacionistas, con lo cual, al final los espacios se han degradado y ni se ha conseguido mejorar las condiciones de vida de la población ni se ha conservado la naturaleza, con lo cual se compromete el futuro de la zona.

    El Parque Natural de Cabo de Gata Níjar es un claro ejemplo de lo anterior, la falta de una planificación, o una planificación basada en criterios económicos y desarrollistas en vez de conservacionistas, ha llevado, según se reconoce en documentos elaborados por las instituciones que deben velar por la conservación del Parque, a que haya viviendas suficientes en el interior del parque para más población de la que el entorno puede soportar, lo que lleva inevitablemente a su degradación, y a que una zona que contaba con una excelente imagen, vea cómo esa imagen se esfuma ante la imposibilidad de que los visitantes vean satisfecha esa experiencia especial que debe proporcionar un espacio como este.

    Las políticas europeas y de la naciones de la UE deben de cambiar radicalmente, y apostar de forma decidida, no solo por la conservación del medio ambiente, sino por una mejoría de lo que hay. Ahora es el momento, la crisis ha alejado las presiones desarrollistas y destructoras de la naturaleza, la población disminuye, y esto permite políticas que además de conservar nuestro entorno y si es posible mejorarlo, mejoren a la vez la calidad de vida de las personas.

    Los países del norte, como Alemania o Inglaterra, prácticamente han destruido o alterado gravemente su naturaleza. En los países del sur, menos desarrollados, está mejor conservada. De lo que se trataría es de que los todos los países hagan lo necesario para que las especies de flora y fauna que pueblan nuestra geografía sigan viviendo sin problemas, y si es posible recuperen los espacios donde estaban y de los cuales la actividad humana los ha expulsado. Y para esto es necesaria la cooperación internacional. La naturaleza no entiende de fronteras, y de ver el territorio de una forma global, como nuestra casa, que todos queremos en las mejores condiciones.

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