Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), han participado en un estudio donde, por primera vez, se ha comprobado cómo la estructura de las comunidades microbianas del suelo afecta a la capacidad de los ecosistemas para emitir CO2 y producir formas de nitrógeno asimilables para las plantas.
Los resultados, que se publican en la revista Frontiers in Microbiology, ponen de manifiesto la relevancia de conocer la diversidad de las comunidades edáficas para aumentar la precisión de los modelos que los investigadores utilizan para estudiar cómo los cambios ambientales que se produzcan en el futuro pueden afectar al funcionamiento de los ecosistemas
“Las del suelo, están entre las comunidades de seres vivos más diversos y desconocidos del planeta. Hasta ahora se consideraba que todas funcionaban de la misma manera, es decir, que su enorme diversidad implicaba una gran redundancia funcional y por tanto, que cambios en su diversidad por factoresexternos como la sequía no afectarían a las tasas de absorción de carbono y a la disponibilidad de nitrógeno, un elemento vital para el crecimiento de las plantas, en los ecosistemas terrestres”, contextualiza Jorge Curiel, investigador del MNCN.
“Al incluir la información de la composición de las comunidades microbianas del suelo –bacterias, hongos y otros microorganimos–, hemos observado mejoras significativas en los modelos predictivos de los ciclos del carbono y el nitrógeno, sobre todo en algunos procesos clave del metabolismo del nitrógeno que dependen de algunos grupos muy poco diversos, como los organismos nitrificantes” continúa Curiel Yuste.
Mejorar los modelos científicos
Con este trabajo los investigadores han constatado la importancia de entender la biodiversidad del suelo y muy concretamente de las comunidades microbianas que lo habitan ya que se ha comprobado que, según varía su abundancia, composición y diversidad, las tasas de emisiones de CO2 y de absorción y reciclaje de nutrientes pueden verse seriamente afectadas. “Los datos nos alertan de la relevancia de continuar estudiando los ecosistemas edáficos para afinar los resultados de los modelos predictivos que nos revelan cómo puede afectar el cambio climático, entre otros factores, al futuro de los bosques y su correcto funcionamiento”, concluye Curiel