Aunque parecen frágiles, los manglares cumplen funciones esenciales: protegen la costa, albergan fauna y capturan dióxido de carbono (CO₂), uno de los principales gases responsables del calentamiento global. Una investigación de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) reveló que el suelo es el compartimento que más carbono almacena —con hasta 768 toneladas por hectárea— y que los manglares de San Andrés presentan condiciones únicas para conservarlo durante siglos.

El estudio fue desarrollado por Ingrid Julieth Estrada Galindo, magíster en Biología de la UNAL, quien comparó manglares de la isla de San Andrés y de la Ciénaga Grande de Santa Marta. El objetivo no era medir qué lugar almacena más carbono, sino entender cómo influye el tipo de suelo, la salinidad y la forma de la costa en la forma en que se captura y retiene ese carbono.
La investigación se llevó a cabo en cuatro sitios: San Andrés, y Barra Vieja y Río Sevilla en la Ciénaga. En cada uno se delimitaron parcelas de 10 x 10 metros, se midió la altura y el diámetro de los árboles, se tomaron núcleos de suelo y se analizaron en laboratorio para determinar el contenido de carbono orgánico.
En ambos ecosistemas se tomaron muestras del suelo, las raíces, la madera caída y los árboles para medir la cantidad de carbono presente en cada parte del manglar. También se evaluaron variables como la densidad del suelo, la temperatura, el pH y el contenido de partículas suspendidas en el agua, conocidas como seston.
Ya en el laboratorio se analizaron las muestras del suelo con dos métodos. En uno se calentaron las muestras para eliminar todo lo que antes fue parte de plantas, como hojas o raíces, y así calcular cuánto material orgánico había. En el otro se usaron unos líquidos especiales que reaccionan con esa materia y permiten saber cuánto carbono contenía cada muestra. Así se pudo estimar cuánto carbono guardaba el suelo de los manglares.
«Aunque la cantidad total de carbono almacenado fue similar entre los dos sitios, el lugar donde se acumula ese carbono varió notablemente. En todos los casos el suelo fue el compartimento que más carbono retuvo, pero los suelos de San Andrés presentaron condiciones particulares que favorecen ese almacenamiento», señala la investigadora Estrada.
Recordemos que la materia orgánica son restos de hojas, ramas y raíces en descomposición que se acumulan en el suelo y contienen carbono capturado del aire. Como en San Andrés no hay ríos que remuevan ni mezclen los sedimentos, esa materia se queda más tiempo en el lugar, se descompone lentamente y se conserva mejor. Por eso sus suelos tienen un contenido mayor de materia orgánica que los de la Ciénaga, en donde el movimiento constante de agua acelera su descomposición y se lleva la materia producida por el manglar.
Condiciones locales determinan dónde y cuánto carbono retienen los manglares
En la investigación se observó que los suelos de San Andrés, especialmente en sitios como Smith Channel, presentaban características más favorables para conservar la materia orgánica. A diferencia de Barra Vieja, en la Ciénaga Grande, donde los ríos aportan constantemente sedimentos y oxígeno al suelo, en San Andrés el entorno es más estable y no hay aporte fluvial. Esto facilita que los restos de hojas, ramas y raíces del mismo manglar se acumulen, se descompongan lentamente y se mantengan por más tiempo bajo tierra, creando condiciones propicias para el almacenamiento de carbono.
Así se confirmó que en los manglares el suelo es la parte que más carbono almacena. En río Sevilla, en Santa Marta, se registró el valor más alto (768,29 toneladas por hectárea), seguido por Smith Channel, en San Andrés, con 537,59 toneladas sumando suelo, raíces, árboles y madera muerta. En contraste, Barra Vieja tuvo los niveles más bajos (123,63 t/ha). Estos resultados muestran que aunque los sitios pueden tener cantidades similares en algunos componentes, las condiciones locales influyen en cómo y dónde se retiene el carbono.
A diferencia de la Ciénaga, en donde los ríos arrastran grandes volúmenes de sedimentos y oxigenan constantemente el suelo, en San Andrés el carbono proviene casi exclusivamente del mismo manglar: hojas, ramas y raíces que se descomponen lentamente y se incorporan a un suelo coralino, compacto y con menor agitación. Esto favorece la conservación del carbono por largos periodos, incluso siglos.
La experta explica que, los manglares de la Ciénaga –aunque más dinámicos en términos de intercambio de agua y nutrientes– están sometidos a un flujo constante de sedimentos y oxígeno que acelera la descomposición de la materia orgánica. El seston fue más abundante en los sitios de la Ciénaga, lo que refleja una mayor actividad, pero también una menor estabilidad para retener el carbono, pues hay una mayor cantidad de oxígeno y el carbono presente allí se descompone rápidamente.

El proceso de captura realizado por los manglares se conoce como secuestro de carbono y se produce a través de la fotosíntesis, así las hojas de los manglares transforman el CO₂ en materia vegetal. Parte de ese carbono queda en los troncos y raíces, pero la porción más importante termina enterrada en el suelo. Si ese suelo no se altera, el carbono puede permanecer allí sin liberarse durante décadas o siglos, y sin tener ningún impacto negativo en el ecosistema.
Esta capacidad de capturar carbono no solo es valiosa para frenar el cambio climático, sino también para compensar las emisiones generadas por la actividad humana en estas regiones. Aunque se piense que en lugares como San Andrés el aire está limpio por su aislamiento geográfico, allí también se generan emisiones debido al transporte aéreo y marítimo, el turismo masivo y la deforestación. En la Ciénaga, la ganadería extensiva y las actividades agrícolas también contribuyen a aumentar los niveles de CO₂ en la atmósfera.
Además del suelo, la investigadora evaluó la biomasa viva y la madera muerta presente en cada sitio. San Andrés mostró árboles más robustos y una vegetación más densa, lo que también aporta al almacenamiento de carbono, aunque en menor proporción que el suelo.
Los hallazgos confirman que no todos los manglares almacenan carbono de la misma manera, y que los factores ambientales influyen directamente en su funcionamiento. Esta información es fundamental para diseñar estrategias de conservación y restauración más efectivas. Restaurar un manglar insular sobre suelos de coral no se puede hacer con los mismos criterios que uno continental, influenciado por ríos y sedimentos.