Los estudiantes hispanos se vuelven pragmáticos: buscan carreras cortas, en línea, baratas, con salidas laborales y dejando a un lado la vocación

El menor número de aspirantes a la educación superior parece ser una tendencia nacional que revela cambios profundos en las prioridades de los jóvenes. Programas virtuales, carreras cortas, menos costosas y con oportunidades laborales rápidas, así como una total desorientación vocacional, son algunos de los posibles factores asociados con esta realidad

Alumnos de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia. Foto: Unimedios.

Expertos advierten sobre la necesidad de estudiar a fondo este nuevo desafío que enfrenta la educación superior y así proponer alternativas que contribuyan a enriquecer los modelos educativos para que fomenten el aprendizaje de una manera cada vez más pertinente y que se aproximen a las expectativas de los jóvenes.

Para este fin, la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) abre la convocatoria a un proyecto de investigación para examinar el descenso de aspirantes en esta y otras universidades privadas y públicas. En ella se promueve el estudio de aspectos que intervienen en este descenso, tales como la transformación de las expectativas de los jóvenes; la aparentemente extendida concepción del conocimiento como algo fungible, esto es, el que luego de ser “consumido” no perdura; la banalización del conocimiento científico; la expansión de la llamada educación virtual; y las dinámicas socioeducativas en la historia reciente, entre otros.

Sobre la expansión de la educación virtual, el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES) muestra que, en solo cuatro años, las matrículas en esta modalidad se duplicaron: pasaron de cerca de 150.000 estudiantes en 2015 a 446.063 en 2022. Esto representa un salto del 8,2 al 18 % del total de matriculados, impulsado en buena parte por los efectos de la pandemia.

Aunque muchas actividades volvieron a la presencialidad después del confinamiento, la educación virtual siguió creciendo. En 2023 se registró un aumento del 4 % en la cantidad de estudiantes universitarios que cursan programas en línea. Actualmente, el 49,8 % de estas ofertas corresponden a pregrado y el 50,1 % a posgrado, consolidando una nueva forma de entender la formación superior.

Los jóvenes ya no tienen la misma motivación

A este respecto, la profesora Nubia Janeth Ruiz, vicerrectora de Investigación de la UNAL, asegura que la idea antes aceptada de que los jóvenes terminan una educación superior básica o secundaria y continúan una formación universitaria o doctoral ha caído en desprestigio en el mundo.

“Cuando el modelo económico actual destruye el empleo para los jóvenes, estos comienzan a ver que las iniciativas propias se abren para otras formas de consumo. Ya no es necesariamente el conocimiento, la ciencia o alguna disciplina, sino otras creatividades que les posibilitan ir a un banco, tener un préstamo rápido, adquirir una moto o iniciar otro negocio para resolver su vida”, indica la experta.

La doctora en Demografía de la Universidad de Barcelona explica que la formación universitaria ha perdido valor para la juventud, lo cual, entre otras cosas, habría ocurrido porque la educación se ha encarecido y elitizado.

Este no es un fenómeno exclusivo de Colombia. Una investigación de 2022 de la fundación Bill & Melinda Gates (Estados Unidos) encuestó a más de 1.600 estudiantes graduados de secundaria en siete estados de ese país, y encontró que el 38 % de los estudiantes no continúan sus estudios por los altos costos, el 27 % siente que es un proceso demasiado estresante, el 26 % expresó que su prioridad es tener un trabajo y hacer dinero rápido, y el 25 % dijo sentir una incertidumbre muy grande frente al futuro.

La experta añade que la banalización del conocimiento ante atajos como cursos en línea, exceso de información no cualificada y aprendizajes efímeros en todos los formatos y niveles se llevan por delante los esfuerzos que hace la academia por producir conocimiento riguroso.

“Hay que cambiar las lógicas que dicen que los jóvenes ya no quieren ingresar a la UNAL, pues aún hay muchos aspirantes y las cifras no son despreciables, no es cierto que haya una crisis en la Universidad por esta cuestión”, asegura.

Pero además es un fenómeno que influye en todas las universidades del país, tanto públicas como privadas. El profesor Juan Carlos Amador, de la Facultad de Ciencias y Educación de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, resalta que después de la pandemia el sistema universitario se ha visto afectado por la disminución de la tasa de matrícula tanto en los programas de pregrado como de posgrado.

Alumnos de la Universidad Nacional de Colombia. Crédito: UNAL.

“Antes se hablaba de una disminución inicial de entre el 5 y el 8 %, pero hoy hay estudios que indican que puede ser de más del 10 %”, asegura el profesor Amador.

Según el SNIES, con cifras de 2022 se registró el segundo número más bajo de matrículas en universidades privadas desde el 2015. En el informe se muestran ejemplos como el de la Universidad Minuto de Dios, que pasó de 125.178 matriculados en 2018 a 94.711 en 2022; la Universidad Libre, que pasó de 34.292 a 26.544, y la Universidad de Medellín que bajó de 14.568 a 8.690.

El profesor Amador añade que hay tres factores principales para analizar en este fenómeno: el modelo de desarrollo económico que sigue generando extrema precariedad para las familias vulnerables; la frustración de los jóvenes al graduarse, obtener un título y no modificar sus condiciones de vida; y la proliferación de programas virtuales, híbridos y mixtos, que pueden afectar las matrículas de programas presenciales.

Estudios de la Corporación Universitaria Iberoamericana señalan que aproximadamente 2 de cada 10 estudiantes de educación superior en Colombia se forman bajo modalidades virtuales. Es importante resaltar que, según un reciente informe del Laboratorio de Economía de la Educación de la Pontificia Universidad Javeriana, los programas de pregrado en modalidad virtual tienen una tasa de deserción dos veces más alta que las carreras presenciales.

Por su parte, el profesor Víctor Manuel Gómez, de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNAL, advierte que “hoy existen programas centrados en áreas como analítica de datos o inteligencia artificial, altamente demandados por su corta duración y la alta empleabilidad en esos sectores. Esto también se refleja en la disminución de matrículas en universidades y en instituciones como el SENA”.

Agrega que otro factor es la edad temprana con la que se gradúan los bachilleres en Colombia –15 o 16 años–, a diferencia de países como Argentina, donde salen más tarde y con mayor claridad sobre su vocación profesional. “En ese contexto, los programas breves y orientados a la tecnología resultan más atractivos para una juventud que aún está definiendo su rumbo. Por ello se necesita con urgencia un grado doce”, puntualiza.

Según el Sistema de Información Nacional de Educación Básica y Media (SINEB), en 2020 alrededor de 350.000 estudiantes repitieron año en Colombia. Para 2023 la cifra se duplicó hasta alcanzar los 725.563. Además, el país registra la peor tasa de reprobación en primaria (5,8 %) y la tercera más alta en secundaria (8,1 %) entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

A esta problemática se suma la falta de empleo para los más jóvenes. El informe del DANE sobre la situación laboral de los jóvenes en el país, en el primer trimestre de 2024, muestra que la tasa de desempleo juvenil subió al 17,7 %, comparado con el 17,1 % de 2023.

Investigadores de la Universidad Nacional de Colombia UNAL.

El profesor Mario Alberto Pérez, director Nacional de Admisiones de la UNAL, explica que la disminución de aspirantes no es un problema exclusivo de la UNAL, sino una tendencia regional y global, acelerada desde 2019.

“La baja en el número de aspirantes evidencia dificultades profundas en los jóvenes, pues la pandemia transformó la manera de concebir los procesos educativos, y le dio paso al interés por la virtualidad”.

Asimismo resalta que la situación de vulnerabilidad en algunas regiones del país también influye en los jóvenes y en los factores culturales, sociales y económicos para que no aspiren a entrar a una institución de educación superior: “cuando hay violencia o problemas de movilidad, los jóvenes tienden a priorizar otras dinámicas de vida y postergan la educación superior”.

Por esta razón, y debido a que es un tema sustancial con múltiples factores y aristas, la UNAL promueve reflexiones con perspectiva histórica y documentadas en investigaciones, para que vayan al fondo de lo que está ocurriendo, con lo cual se busca comprender y superar el opaco panorama frente a la problemática desde una mirada con información concreta y acciones reales.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.