Pascual Pastor ofreció ayer dentro de los cursos de verano de la Universidad de Almería de la sede de Roquetas de Mar, en concreto en el de Nuevas pedagogías musicales, una conferencia magistral en fondo y en la forma. “Ahora tenemos mucha música pero cantamos poco”, ha dicho, en un alegato a la pasión. Y lo ha explicado recurriendo a la cantaora almeriense Toñi Hernández. “Cuando a Toñi le preguntaron que hay que hacer para ser una buena cantaora ella dijo que a lo primero tener un buen instrumento, a lo segundo tener pasión y por último escuchar mucho a los maestros, ¡qué programa pedagógico, me encanta!”. Pastor ha destacado en su ponencia la grandeza de la música y ha recordado que “la música despierta las neuronas espejo, rebotan de una mente a otra creando empatía y generando endorfinas”, pero nos alerta: “Los discos compactos, los cds no son música, música es hacer música, es un verbo, no un sustantivo”.
Han cambiado los alumnos, los espacios y también las funciones de la música, ha destacado el maestro Pascual Pastor, “por eso el músico también tiene que cambiar y nuestros prejuicios son una barrera: no se trata de sucumbir al cambio sino de ser precursores del cambio”. Esta autocrítica ha estado presente en su discurso: “ya pueden cambiar las leyes pero si el profesorado no cambia…” También ha explicado por qué debe cambiar el sistema: “estamos preparando a los niños desde infantil para entrar a la universidad, no tiene otro sentido”.
Para Pastor, quién ha participado en múltiples proyectos de innovación aplicando la música en las cárceles o en el tratamiento de personas con Alzheimer, hablar de innovación pedagógica es hablar de construir alternativas y nuevos caminos. Para ello propone centros educativos como “organismos vivos”, donde haya interrelación entre sus miembros y apostar por el trabajo cooperativo: “una orquesta es mucho más que cada uno de sus músicos por separado”.