Las previsiones indican que el cambio climático desplazará las especies forestales templadas hacia zonas más frías y húmedas. Sin embargo, hasta el momento las evidencias provenían de modelos teóricos o de observaciones locales que incluso aportan resultados contradictorios, como, por ejemplo, desplazamientos de las especies en dirección contraria a la esperada. Así, mientras unas hipótesis sugieren que las temperaturas no son lo suficientemente elevadas como para forzar aún un desplazamiento latitudinal de estas especies, otras plantean que la influencia de la actividad humana en los bosques, y en concreto, los cambios de uso como el abandono del pastoreo, tienen una influencia mayor que el clima en los desplazamientos observados de las especies.
El estudio liderado por investigadores de la Universidad de Alcalá (UAH), publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), aporta por primera vez evidencias cuantitativas de un cambio en la abundancia de las especies forestales templadas hacia regiones más frías y húmedas a escala continental. Según este estudio, las especies forestales del hemisferio norte están mostrando un proceso de reorganización según el cual su abundancia se está incrementando significativamente en el límite más frío y húmedo de su distribución.
Aunque las actividades humanas pueden enmascarar los efectos del clima, una vez descontado su efecto en los análisis, se demuestra un incremento de abundancia neta hacia las zonas menos cálidas y áridas. Igualmente, a pesar de una disponibilidad de agua cada vez más limitada como consecuencia del cambio climático, los árboles han incrementado su tamaño en promedio durante las últimas décadas, tanto por cambios en la gestión forestal, como por otros procesos como un incremento de la duración del periodo vegetativo, en el que la planta crece y se desarrolla activamente, o incluso por el efecto conocido como fertilización de carbono, que consiste en un aporte complementario de CO2 en ambiente.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores han analizado los datos de más de dos millones de árboles de 73 especies ampliamente distribuidas a lo largo de Europa y Estados Unidos y también han estudiado si los cambios en la abundancia se explican por características propias de cada especie, como la tolerancia a la aridez o la capacidad de dispersión. Sin embargo, “no se ha detectado ningún rasgo específico que sea determinante, lo que sugiere que la mayor parte de las especies presentan una cierta capacidad de aclimatación”, señala Julen Astigarraga, autor principal del estudio que ha liderado un consorcio de 17 investigadores internacionales, incluyendo, además de la Universidad de Alcalá, a la Universidad de Lund y Universidad de Birmingham, entre otras.
Planes de gestión forestal que respondan a esta realidad nueva
La información sobre la dirección y magnitud de la adaptación de las especies forestales al cambio climático es esencial para definir los planes de conservación, gestión y restauración de ecosistemas en un contexto de cambio climático. Así, en línea con otros trabajos, este estudio sugiere que algunas especies actualmente utilizadas para la restauración en Europa podrían dejar de ser aptas en un futuro próximo, indicando que los programas masivos de reforestación como solución para el proceso de captura y almacenamiento a largo plazo de dióxido de carbono atmosférico (secuestro de carbono) podrían tener un alcance limitado en el tiempo.
“Trabajos basados en el análisis de observaciones a lo largo del tiempo y a escalas espaciales amplias son claves para confirmar o refutar las predicciones de los modelos y, por tanto, para disponer de una información realista para la toma de decisiones”, según Miguel Ángel de Zavala, coordinador del Grupo de Investigación de Ecología y Restauración Forestal de la UAH y coautor del estudio.
Estos estudios conllevan además un esfuerzo importante de colaboración internacional y uso de fuentes de información que requieren un gran esfuerzo de armonización. “Este estudio incluye investigadores de 12 países y se han analizado más de 125.000 parcelas en Europa y Norteamérica en un esfuerzo sin precedentes”, señala Paloma Ruiz Benito, coautora del estudio y especialista en el análisis de la dinámica forestal a escalas regionales y continentales.