A medida que se aproxima el 5 de noviembre, el uso de la IA suscita más preocupación por su impacto en el proceso democrático. Desde la manipulación de la información hasta la creación de contenidos engañosos, la tecnología del momento está desempeñando un papel cada vez más controvertido en estos últimos días de campaña.
“La IA facilita la creación rápida y personalizada de contenido falso a gran escala, desde artículos hasta imágenes generadas artificialmente, con el objetivo de influir en la percepción de los votantes. Su rapidez y precisión permiten que la desinformación llegue a más personas de forma más persuasiva”, asegura Francisco José García Ull, profesor de la Universidad Europea de Valencia especialista en Inteligencia Artificial, quien añade que “antes, la frecuencia de parpadeo o la definición de la dentadura eran indicadores biométricos que podían ayudarnos a detectar un deepfake. Sin embargo, los de última generación ya no pueden ser identificados por el ojo humano, de manera que unas máquinas generan deepfakes y otras se encargan de descubrirlos”.
En cuanto al papel de los bots en la campaña electoral estadounidense, el profesor García Ull explica que “son enormemente eficaces a la hora de amplificar la desinformación al generar y compartir contenido automáticamente, haciendo que las fake news se perciban como reflexiones espontáneas de la ciudadanía. En apenas minutos, una red de bots es capaz de viralizar un contenido falso para manipular a la opinión pública”. Y aunque existen sistemas de verificación de datos y herramientas de IA para detectarlos, lo que se está viendo después de cada debate o cada mitin, es que son claramente insuficientes.
“A menudo, el contenido falso se propaga antes de que pueda ser desmentido, por lo que hacen falta más medidas preventivas y alianzas entre sectores”, alerta el especialista. A su juicio, una de las claves pasa por “una mayor transparencia sobre los algoritmos que usan las plataformas de redes sociales, ya que no conocemos con certeza las variables que permiten que una información se haga viral en Instagram, X, YouTube o TikTok”.
Pensando a medio y largo plazo, más allá de la cita con las urnas del 5 de noviembre, el profesor García Ull considera que “es fundamental educar a la ciudadanía sobre la importancia de verificar las fuentes y ser críticos con la información que consumen. Debemos inspirarnos en la duda metódica de Descartes cuestionando toda información antes de aceptarla como cierta, ya que eso contribuiría a fortalecer la conciencia pública frente a la desinformación. Programas de alfabetización digital, en combinación con alertas sobre desinformación, pueden ayudar a que el público sea más consciente y cauto”.
El uso de la Inteligencia Artificial en la campaña electoral de Estados Unidos está planteando serias amenazas a la integridad del proceso democrático. A medida que se acerca el día de las elecciones, es crucial que votantes, legisladores y plataformas de redes sociales trabajen juntos para garantizar unos comicios justos y transparentes.