Un equipo científico del Instituto Español de Oceanografía (IEO, CSIC) y el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (ICM, CSIC) ha publicado un trabajo en el que analizan los efectos de las proliferaciones de medusas -junto a la pesca y a factores ambientales- en la disminución de la abundancia de la sardina y la anchoa en el Mediterráneo occidental. La predación de huevos y larvas y la competencia por el alimento reducen la abundancia de estos pequeños peces pelágicos
En la última década en el Mediterráneo occidental se ha observado una importante disminución de la biomasa, la abundancia y las capturas de sardina (Sardina pilchardus), además de fuertes fluctuaciones en las poblaciones de anchoa (Engraulis encrasicolus).
Son varias las hipótesis que se han propuesto para explicar estos cambios, principalmente relacionadas con la pesca y la variabilidad climática y ambiental. La aparición, cada vez más frecuente, de plagas de medusas también se ha utilizado para explicar las fluctuaciones de sardinas y anchoas, aunque sin suficientes evidencias que lo demuestren.
Algunas especies de medusas se alimentan de huevos y larvas de peces. Además, durante episodios de grandes bolsas de medusas, éstas consumen grandes cantidades de zooplancton, lo que supone una competencia por el alimento con las sardinas y anchoas.
Este nuevo trabajo, que publica la revista Estuarine Coastal and Shelf Science, analiza mediante modelos estadísticos una serie de datos de más de 10 años de abundancia de sardina y anchoa junto a información sobre los desembarques en puerto, diferentes índices climáticos e información sobre la aparición de plagas de medusas.
Los resultados muestran que la aparición de grandes floraciones de medusas, en combinación con otros factores ambientales, tiene efectos negativos tanto para la sardina como para la anchoa y son importantes para predecir la abundancia de los pequeños pelágicos en la zona de estudio.
“En este escenario, en el que se observan un cúmulo de impactos humanos y ambientales en el ecosistema, es necesario gestionar los recursos con especial precaución para garantizar su conservación”, explica Jose Carlos Baez, investigador del IEO y primer autor del trabajo. “En este sentido, se hace necesario incluir el potencial efecto de las medusas en los modelos de evaluación de los stocks y tenerlo en cuenta a la hora de gestionar las pesquerías”, apunta el científico.
“Es necesario adoptar una visión integrada del ecosistema marino para hacer una gestión adaptativa y proactiva de los recursos marinos y poder garantizar la pesca y sus beneficios socio-económicos”, añade Marta Coll, investigadora del ICM y coautora del trabajo.