El consejero de Economía y Conocimiento, Antonio Ramírez de Arellano, ha destacado hoy que las empresas agroalimentarias andaluzas han invertido desde 2002 a 2013 (último dato disponible del INE) casi 1.000 millones de euros en actividades innovadoras, “lo que significa que este sector andaluz destina cada día 300.000 euros en actividades de I+D+i”.
Ramírez de Arellano, que ha participado en Sevilla en la apertura del seminario ‘Las nuevas tecnologías aplicadas al sector agroalimentario’, organizado por CESUR (Empresarios del Sur de España), ha resaltado el papel de la industria agroalimentaria en cualquier economía, “por su capacidad de tracción sobre el resto de sectores, tanto de forma directa como indirecta, que se traduce en la generación de empleo y en ser palanca para la creación de valor añadido en otras actividades adyacentes”.
En conjunto, ha señalado, “todo el sector primario y la agroindustria andaluza aportan en torno al 8% del PIB andaluz y el 10% del empleo, más de 500.000 personas que trabajan en algún momento del año en actividades relacionadas con el campo, la pesca o la acuicultura, y su industria asociada”.
Se trata, ha añadido, “de un sector exportador, cuyo buen comportamiento ha permitido que Andalucía alcance en el primer trimestre de 2016 un superávit en su balanza comercial con el exterior, en la que el capítulo agroalimentario y bebidas crece un 7%, alcanzando los 2.762 millones”.
A pesar de estos buenos datos, el titular de Economía ha recordado que “en muchos casos este sector se asocia con un sector tradicional, estancado en una actividad poco dinámica, reacia a las nuevas tecnologías y con trabajadores poco cualificados y poco emprendedores”. Esa imagen, ha afirmado, “no es la actual del sector en Andalucía, que según datos del INE ha invertido en una década casi 1.000 millones de euros en actividades innovadoras”.
Para Ramírez de Arellano, esta cifra refleja “una gran apuesta por la innovación por parte del sector privado, que se inserta dentro del esfuerzo institucional realizado por Andalucía a través de instrumentos como la Estrategia de Especialización Inteligente (RIS3), que recoge la agroindustria y alimentación saludable como una de sus ocho prioridades”.
En la RIS3 “se habla de que la producción agroindustrial tiene un valor estratégico ya que, al no poder deslocalizarse, contribuye a fijar la población, aunque es importante mejorar el valor añadido que se produce en toda la cadena de producción”, ha añadido.
Las acciones que se plantean para este cometido se relacionan con la adecuación de los procesos de calidad, la introducción de nuevas tecnologías, la I+D+I en conservantes y otros componentes y la investigación aplicada a nuevos productos y procesos en la transformación agroalimentaria, entre otros.
En esa misma línea, ha explicado que el nuevo PAIDI (Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación), “entiende que el complejo agroalimentario andaluz ha alcanzado en estos años importantes hitos que son necesarios reconocer y poner en valor, aprovechando la experiencia y el capital humano para obtener el máximo rendimiento de las directrices y oportunidades que ahora brindan el marco político europeo en materia de innovación y en un entorno globalizado altamente competitivo”.
Así, “destaca lo que ya tenemos, como un enorme potencial científico-técnico en el ámbito agroalimentario y pesquero, pero también elementos de futuro como los Grupos Operativos de Innovación, que vamos a impulsar con las políticas europeas de desarrollo rural y que se articulan como agrupaciones funcionales y temporales de agentes que trabajan juntos en un proyecto innovador”.