Llevarse la comida al trabajo en un tupper es una costumbre que está ganando adeptos. Sin embargo, por muy sana que se ha la comida preparada, esta práctica puede ser peligrosa por culpa de las bacterias y desprendimientos de aditivos del plástico.
Llevarse la comida al trabajo en una tartera es una costumbre cada vez más extendida pero no exenta de riesgos. La proliferación de bacterias y el desprendimiento de aditivos del plástico son algunos de los peligros de los que nos advierte Javier Tejedor, profesor de de la Universidad en Internet (UNIR) y experto en nutrición.
Por las principales vías de la grandes ciudades, resulta cada vez más frecuente encontrar a gente, muchas veces trajeada, luciendo un contendedor de tartera a modo de pequeño maletín. La Cultura del Tupper toma cada vez más fuerza y se convierte en un nuevo modo de alimentación debido a motivos, principalmente económicos aunque también de tiempo y de salud.
Aunque “comer de tupper puede ser tan saludable como hacerlo en casa”, según Tejedor, hay que cumplir unos requisitos, a veces difíciles, como la refrigeración y el calentado en cristal. Los peligros del transporte y su exposición a diversas temperaturas son los peligros más comunes. “Hay alimentos que se pueden contaminar si no tienen refrigeración”, explica este profesor de UNIR experto en alimentación, que recomienda elevar la temperatura de calentado al 70%.
Se trata de una temperatura, denominada “higiénica”, más o menos equivalente al doble de lo que se hace habitualmente. Así, explica: “Nosotros solemos calentar a 40 grados; por lo que habría que calentar los alimentos dos veces a la misma temperatura”, y asegura: “Sólo así evitaremos las bacterias como la salmonelosis o E coli que produce problemas gastrointestinales y diarrea”.