El catedrático de Ecología de la Universidad de Jaén Roberto García Ruiz y su equipo de trabajo, junto con la ONG ‘Se Puede Hacer’ (SPH), culminan con éxito este proyecto de cooperación internacional, cuyo objetivo ha sido contribuir a la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición de esta población.
La Universidad de Jaén (UJA) ha culminado con éxito una iniciativa que ha permitido proporcionar formación y apoyo técnico agrícola con recursos sostenibles al grupo étnico ‘batwa’, en Ngozi (Burundi), a través de distintas experiencias demostrativas in situ, con el fin último de contribuir a la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición de esta población. Se trata del proyecto de cooperación internacional de la UJA denominado ‘Asesoramiento y promoción de medidas correctoras de las deficiencias en la calidad de los suelos y conservación de semillas a través de la utilización de recursos locales de la zona de Ngozi (Burundi)’, que ha sido desarrollado por un equipo de investigación liderado por el catedrático de Ecología Roberto García Ruiz, que ha contado con el apoyo de la ONG ‘Se Puede Hacer’ (SPH).
Fuentes de nutrientes locales y materia orgánica
“Fuimos a enseñarles a utilizar fuentes de nutrientes locales, materia orgánica, para poder suplir la demanda de nutrientes para los cultivos. También les enseñamos cómo cultivar maíz, cuándo sembrar, cómo conservar las semillas, la forma de recolectar y, sobre todo, cómo pueden hacer uso de los fertilizantes orgánicos que están localmente disponibles. Y es que los ‘batwa’, originariamente, son cazadores-recolectores, con escasa cultura y conocimientos para cultivar y producir alimento, de ahí el objetivo del proyecto”, explica Roberto García Ruiz.
Según detalla el investigador de la UJA, todos los procesos para el cultivo se ensayaron en el poblado, de tal manera que se parcelaron y vallaron varias unidades experimentales para proceder a la plantación de semillas y añadir las fuentes de materia orgánica. Así, los investigadores transmitieron a los ‘batwa’ conocimientos precisos para que ellos mismos pudieran hacer el seguimiento de las plantaciones de maíz y recolectar la cosecha. “También procedimos a medir la cantidad de biomasa y de grano que se había producido en cada tratamiento. Pero la idea es que todo esto lo aprendiesen a hacer ellos”, indica el catedrático de Ecología de la UJA.
Los resultados del proyecto desarrollado en Burundi han sido “espectaculares”, según el investigador de la UJA, que explica que “se llegó a producir con ‘bokashi’ una cantidad anual de grano similar a la que produce en una hectárea en Estados Unidos, pero sin necesidad de usar herbicidas, insecticidas o cualquier otro tipo de producto químico, sino mediante recursos locales”.
Además de los objetivos generales anteriormente indicados, el proyecto perseguía otros fines como: mejorar la productividad del suelo sin dependencia del exterior; testar distintos sistemas de conservación de semillas locales de distintos cultivos; fomentar el empoderamiento de un grupo ‘batwa’; seleccionar y propagar plantas arbóreas y arbustivas de interés para la formación de setos seminaturales intercalados en los cultivos que aumenten la biodiversidad y permitan el alojamiento de especies que control de plagas; y formar e implicar a estudiantes de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Ngozi en las tareas formativas y de comunicación de la etnia batwa. En el desarrollo del proyecto ha sido “clave” la participación de la ONG SPH, “sin la que no hubiera sido posible la ejecución del mismo”, concluye García Ruiz.