Un grupo de investigadores especialistas en la historia y arqueología de las órdenes militares, dirigidos por el profesor de la Facultad de Letras de la Universidad de Castilla-La Mancha, ha finalizado los trabajos arqueológicos de conservación y consolidación del castillo de Santa María del Guadiana, perteneciente a la Orden Militar de San Juan de Jerusalén. El trabajo es fruto de un contrato de financiación con el Ayuntamiento de Argamasilla de Alba y ha estado precedida de dos campañas de excavación.
La campaña, financiada por el Ayuntamiento de Argamasilla de Alba, es resultado de un contrato de investigación con éste para la documentación, conservación y restauración de los restos del castillo.
Conservación y consolidación de los muros del castillo
Su tercera edición se inició a principios del mes de marzo y tuvo que suspenderse a raíz del confinamiento decretado por la alerta sanitaria de la COVID-19. Retomada la actividad, que ha durado un mes, en esta edición los historiadores se han centrado en los trabajos de conservación y consolidación de los muros del castillo y han concluido la misma con la instalación de un panel informativo que resume la historia de la fortificación y los hallazgos arqueológicos de esta desconocida fortaleza de la Orden Militar de San Juan de Jerusalén.
La dirección de las tareas de la campaña arqueológica ha corrido a cargo del profesor de Historia Medieval de la UCLM, Jesús Molero, y en la misma han participado los investigadores Cristina Peña, Jaime García-Carpintero y David Gallego, todos ellos especializados en la historia y arqueología de las órdenes militares.
El castillo de Santa María del Guadiana en Argamasilla de Alba estaba destinado a garantizar los derechos de la Orden Militar de San Juan en el Alto Guadiana y la explotación económica de la amplia dehesa que se extendía a su alrededor. La primera y segunda campaña arqueológica en el castillo se llevaron a cabo en los años 2016 y 2017, respectivamente, y estuvieron centradas en los trabajos de excavación; mientras que la tercera ha girado en torno a consolidar las estructuras exhumadas y adecentar el yacimiento.
“Es un castillo del que se desconocía prácticamente todo hasta nuestra intervención y hemos podido documentar la planta del edificio y materiales arqueológicos diversos, como cerámica medieval cristiana, vidrio, hueso trabajado y una moneda de Alfonso VIII”, explica el profesor Molero.