La Universidad de Alicante (UA) pone en marcha el primer Máster de formación permanente en Neuroarquitectura de las universidades españolas, que arrancará el próximo curso. El alumnado adquirirá la capacidad de desarrollar espacios en los que prime el bienestar cognitivo, socioemocional y fisiológico de sus habitantes, a través de la práctica profesional. Se trata de una nueva disciplina, al servicio de la arquitectura y del diseño, que pone en el centro a las personas.
A través de datos científicos y herramientas como la neurotecnología, es posible medir los sucesos corporales que experimentan los usuarios en un lugar. Las respuestas fisiológicas ante estímulos visuales, olfativos o de temperatura, suponen una información relevante que, interpretada por un profesional de la neuroarquitectura, puede dar lugar a espacios más amables con sus habitantes. Además, la aplicación de esta disciplina resulta crucial para mejorar lugares habitados por personas neurodivergentes o con problemas de salud.
Del laboratorio al estudio
El profesor del Grado en Fundamentos y del Máster de Arquitectura de la UA y director del Máster en Neuroarquitectura, Antonio Maciá, explica que alrededor del mundo existen laboratorios experimentales en los que se trabaja para generar evidencia científica sobre neuroarquitectura. En este sentido, Maciá apunta que los estudios de arquitectura demandan profesionales formados en este ámbito porque no es posible contar con un laboratorio en cada despacho. “Por este motivo, es decisivo poder trasladar los resultados experimentales al estudio, desde el rigor científico”, cuenta el director del máster. Antonio Maciá señala que la neuroarquitectura no está dirigida en exclusiva a arquitectos, sino que también resulta una formación muy interesante para profesionales de la salud.
Por su parte, la profesora y coordinadora del Máster Ana Mombiedro, arquitecta y neuropsicóloga, asegura que “los profesionales del diseño tienen gran interés en emplear la evidencia científica y es fundamental formarse para poder llevarlo a cabo desde el rigor”. Mombiedro hace referencia, por ejemplo, a una investigación del profesor del Máster en Neuroarquitectura de la UA, Juan Luis Higuera, en la que se ha abordado cómo el color del aula influye en los procesos cognitivos de la memoria a corto plazo. El trabajo ha demostrado que, si los colores son azulados y verdosos, se mejora el rendimiento. “Pero esto no quiere decir que las aulas deban ser todas siempre azules, sino que en unas circunstancias determinadas facilita los procesos de aprendizaje”, subraya Ana Mombiedro. La profesora de la UA manifiesta la necesidad de que una persona profesional de la neuroarquitectura contemple todas las variables que intervendrán en un espacio: “Si existe, por ejemplo, un aspecto cultural negativo frente al uso de un color determinado, no será adecuado empelarlo, a pesar de la evidencia científica”.
El estudiantado del Máster en Neuroarquitectura de la UA realizará durante la formación cartografías sensoriales, en las que se plasmarán los estímulos que definen el espacio. Es decir, qué siente el usuario ante determinados olores, aromas, temperaturas, colores o formas. “Además, activaremos el cuerpo del estudiante para que entienda desde dentro qué sucede cuando se expone a ciertos espacios”, describe Ana Mombiedro. El objetivo final es centrar la perspectiva de diseño en las personas que van a habitar o a utilizar un espacio.
Mejorar la salud
El ámbito de la salud es uno de los más puede beneficiarse de los conocimientos de profesionales de la Neuroarquitectura. Los responsables del máster aseguran que la evidencia científica ha demostrado que, en pacientes con ingreso hospitalario que están recibiendo tratamientos parecidos, quienes ven por la ventana vegetación necesitan menos analgésicos que quienes ven una pared de ladrillo.
Si en el caso de pacientes ingresados sin necesidades especiales la neuroarquitectura tiene peso, todavía cuenta con mayor potencial en espacios habitados por personas vulnerables, como residencias para la tercera edad o centros para personas con trastornos del espectro autista. “Se trata de usuarios para quienes cada detalle cuenta y el espacio los debe acompañar para mejorar su bienestar”, asevera la profesora Mombiedro. De hecho, afirma, “ya existen laboratorios de investigación en neuroarquitectura especializados en una patología concreta, como es el caso del trastorno del espectro autista”.
Profesorado multidisplinar
Dado el carácter interdisciplinar de la neuroarquitectura aplicada, el profesorado del máster no sólo proviene del ámbito de la arquitectura, sino de disciplinas científicas como como, por ejemplo, la neurociencia, la inteligencia artificial, la antropología o la psicología. Antonio Maciá apunta que se contemplan todas las esferas asociadas a un proyecto habitable que estén en contacto directo con los seres humanos.
El director del máster señala que en los despachos de arquitectura cada vez resulta más necesario trabajar en equipos multidisciplinares. Profesionales de la botánica convergen con perfiles relacionados con la arquitectura para crear sinergia y mejorar la habitabilidad de cualquier espacio. “La neuroarquitectura es una profesión de futuro, que diseña de forma holística y atiende el bienestar de los habitantes como parte de un todo”.
El Máster en Neuroarquitectura cuenta con 23 asignaturas impartidas por profesorado de la UA y de otras universidades nacionales y, según explica su director, “será una gran fuente de generación de conocimiento”. Además de las clases, presenciales y online, el estudiantado recibirá seminarios a cargo de ponentes internacionales del ámbito de la neuroarquitectura experimental. Ya es posible realizar la preinscripción al máster que permanecerá abierta hasta el próximo 6 de septiembre.