La totalidad de la obra poética que publicó Angelina Gatell (Barcelona, 1926 – Madrid, 2017) quedó hoy guardada en la Caja de las Letras como homenaje del Instituto Cervantes a quien fue una de las principales representantes de la poesía social de los años cincuenta. El legado in memoriam de la escritora, quien también fue guionista, traductora y actriz de doblaje, se depositó en la caja número 945 de la cámara acorazada del Cervantes para formar parte de la Biblioteca Patrimonial de la institución.
La huella lírica de Gatell Comas se plasma en la decena de poemarios que vieron la luz a lo largo de su vida. Tres de ellos datan de su primera época: Poema del soldado (1955, el único que no es una primera edición, pues se guardó una de 2020), Esa oscura palabra (1963) y Las claudicaciones (1969).
Tras un paréntesis de más de treinta años sin publicar obra poética (aunque nunca dejó de escribir), aparecieron (en 2001) Los espacios vacíos y Desde el olvido, que también forman este legado póstumo junto con otros cinco títulos: Noticia del tiempo (2004), Cenizas en los labios (2011), La oscura voz del cisne (2015), En soledad, con ella (2015) y La veu perdida / La voz perdida (2017), obra bilingüe en catalán y castellano que se publicó en Visor tras su muerte, con prólogo de Joan Margarit.
El legado in memoriam se completa con el reciente volumen Sobre mis propios pasos. Poesía completa (Bartleby Editores, 2023), que recopila todos sus poemas publicados. Este primer volumen, prologado por Antonio Colinas, se presentará esta tarde en el Cervantes. Se prevé que en 2024 y 2025 se publiquen los volúmenes II y III, que reunirán los numerosos poemas inéditos que Angelina Gatell fue creando a lo largo de su vida.
El director del Instituto Cervantes dijo que la autora “es una referencia fundamental en la memoria histórica de nuestra cultura” y confió en que este doble acto “sirva para invitar a la lectura de una poeta que enriquece la poesía” desde la postguerra hasta la democracia. Luis García Montero, poeta como Gatell, leyó diversos extractos de la obra que dan fe de los duros momentos que le tocó vivir tras la Guerra Civil por la represión y por la falta de libertades sufrida durante décadas.
García Montero sentenció que “recordar la Historia nos ayuda a comprenderla; el olvido suele ser peligroso”; agradeció a la familia dejar este legado en “la caja de la memoria” y elogió su poesía, que “nos acompaña y nos salva de la soledad”.
Eduardo Sánchez Gatell, hijo de la autora, aseguró que “la poesía fue su forma de vivir; toda su vida, en cualquiera de sus facetas, estuvo entretejida de poética en el sentido aristotélico del término”. “Vivió poéticamente” la guerra, dijo, la represión lingüística y cultura de Cataluña, las acciones de resistencia en el Socorro Rojo Internacional (donde ayudaba a escapar a los perseguidos), etc. Un compromiso y una “mirada poética absoluta” que le ayudaron a sobrellevar “sus decepciones y su propio ostracismo literario durante largos años”.
Acompañado por sus hermanos Mar y Miguel, Eduardo Sánchez Gatell depositó el legado póstumo destacando que se compone de primeras ediciones de todos los poemarios. Otros materiales de su archivo personal o su biblioteca, como fotografías, cartas, manuscritos o libros dedicados “no están ya en nuestras manos”, sino que se custodian en el Fons Angelina Gatell de la Biblioteca de Cataluña, donde se pueden consultar.