Aunque en el último lustro se han dado importantes progresos en la renovación del parque automotor público reemplazando los vehículos viejos por unos menos contaminantes, por ejemplo Bogotá ha cambiado sus buses contaminantes por eléctricos, la tarea pendiente está en los carros particulares, cuyo cambio recae sobre los propietarios y no sobre la administración distrital.
Una investigación realizada por el grupo de investigación Calidad del Aire, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), encontró que la contaminación por óxido de nitrógeno, monóxido de carbono y dióxido de carbono producidos por camionetas o taxis es más alta en Bogotá, debido a la gran cantidad de vehículos viejos que no cumplen con las normas Euro, establecidas por la Unión Europea en 1992 y que hasta 2014 ha tenido 6 versiones (I a VI).
La normativa regula los límites para las emisiones de gases contaminantes que se generan por el uso de vehículos (gasolina, diésel, camiones, autobuses, etc.), y desde 2014 se aplica la Euro VI en vehículos tanto pesados como ligeros.
Sin embargo, el profesor Luis Carlos Belalcázar, de la Facultad de Ingeniería de la UNAL, menciona que “en Bogotá no se cumple ni siquiera con la primera versión de la normativa Euro, o se llega máximo a la tercera, lo cual también se presenta en Santiago (Chile), aunque de manera menos pronunciada”.
“La Organización Mundial de la Salud (OMS) también sugiere normas para la emisión de estos gases, en las que establece que el material particulado de los vehículos no debe exceder los 15 microgramos por metro cúbico, pero en Bogotá la concentración llega a 18 o 20 µg/m3”, aseguró el docente durante el Congreso Internacional de Industria y Organizaciones (CIIO) 2022, realizado en la UNAL Sede Bogotá.
Según el profesor, en los últimos cinco años se han hecho importantes progresos en la transformación del transporte público de Bogotá, reemplazando 1.200 buses de TransMilenio que tenían versiones Euro II y III por unos que tienen versión Euro V, lo que significa que generan menos emisiones de CO2 y material particulado.
También se ha dado un reemplazo significativo de los buses viejos del Sistema de Transporte Urbano de Bogotá (SITP) de la ciudad, los cuales han pasado de no tener regulación, o ser Euro III, a convertirse en vehículos totalmente eléctricos, teniendo incluso una de las flotas más grandes de Hispanoamérica.
Sin embargo, el gran problema sigue siendo los vehículos particulares, para los que no se tiene un plan definido o claro que busque reemplazarlos por vehículos más amigables con el medioambiente.
Uno de los factores más determinantes de esta problemática es el hecho de que cambiar estos vehículos recae sobre los propietarios –y no sobre el Estado–, quienes no quieren hacerlo por los costos que les pueden generar.
Situación contraria a los países europeos, en donde se tiene previsto reemplazar en 2030 todos los automóviles con motor de gasolina o diésel y vender solo vehículos eléctricos. Un ejemplo interesante es el de Noruega, en donde el 84 % de los autos nuevos vendidos en enero de 2022 fueron eléctricos.
Sólo en Bogotá, 3.400 fallecidos por la contaminación
Es importante no perder de vista que la contaminación del aire provoca un impacto negativo en la salud de las personas y en el medioambiente. Gases como el dióxido de carbono o el óxido de nitrógeno emitidos por carros con motor diésel –como camionetas– generan alrededor de 1 millón de muertes al año en el mundo; en 2021 en Bogotá la cifra fue de 3.400 fallecimientos.
Por otro lado, los vehículos con motores de gasolina y diésel producen el 25 % de las emisiones de gases de invernadero y el 80 % de las emisiones de polución del aire en el mundo.
Por eso el profesor Belalcázar asegura que “se debe seguir priorizando el que el transporte público sea eléctrico en su totalidad, promoviendo su uso para que las personas no sigan comprando y utilizando vehículos contaminantes”.
Esta conferencia se dio como parte de un ciclo de presentaciones del Congreso Internacional de Industria y Organizaciones (CIIO) 2022, realizado en la UNAL Sede Bogotá.