Las cornejas negras (Corvus corone) en el norte de España tienen un comportamiento diferente al habitual en el resto del mundo, no viven solas o en parejas, sino en grupos familiares en los que las crías desde que tienen un año ayudan a los polluelos recién nacidos y lo hacen porque lo han aprendido y están coordinadas con otros miembros del núcleo familiar.

Así lo revela una novedosa investigación realizada por el catedrático de la Universidad de León, Vittorio Baglione y la profesora titular del Área de Zoología de la ULE, Daniela Canestrari que, junto con los estudiantes Carlos Guzón e Iria González –que están realizando su Trabajo de Fin de Grado y de Fin de Máster- han recopilado cientos de miles de sonidos de corneja y sus movimientos y los han analizado utilizando Inteligencia Artificial para agruparlos e ir avanzando en la comprensión del significado de esas vocalizaciones de las aves.
Canestrari asegura que las cornejas les sorprenden “cada vez que les observan” porque descubren “algo nuevo” a lo que Baglione añade que son “similares a nosotros, tienen una sociedad cuyo elemento básico es la familia” en el norte de España, a diferencia de su estilo de vida habitual donde son “bastante solitarios, ya sea solos o en parejas”.
Cornejas, aves con un comportamiento único
En la investigación han descubierto que las crías se quedan con sus padres “hasta cuatro años, comparten el territorio natural y forman grupos estables. Mientras permanecen en el territorio familiar, ayudan con las nuevas crías la primavera siguiente: cooperan en tareas como alimentar polluelos, defender el territorio, proteger el nido y llevar comida para las crías”. Los investigadores hallaron que este comportamiento social no era innato, sino aprendido y que las responsabilidades compartidas exigían cierto grado de coordinación, que pueden alcanzar, sugieren, a través de una sofisticada comunicación vocal.
Los resultados son aún preliminares, expone Canestrari, ahora hay que analizarlos, pero, hasta el momento sí han podido comprobar que las cornejas negras “tienen un número muy elevado de sonidos, más de 150 sonidos diferentes, que es un número muy alto para una especie animal no humana si consideramos que los primates, que son los que de momento han sido más estudiados en términos de comunicación no llegan a los 20 sonidos y las cornejas utilizan más de 150”
Micrónofono, acelerómetro y magnetómetro
Para recopilar datos sobre las vocalizaciones de las cornejas en su día a día, el equipo utilizó un pequeño dispositivo electrónico llamado BIOLOGGER, colocado directamente sobre el cuerpo del animal, que cuenta con un micrófono para registrar los sonidos y un acelerómetro y un magnetómetro para registrar el movimiento del ave y así, explica Canestrari, “saber qué estaba haciendo cuando emitía el sonido”.
En la clasificación de esos cientos de miles de datos, crearon tablas para cada uno de los tipos de llamadas y descubrieron que los córvidos no solo emiten los sonidos altos que fácilmente identificamos con estas aves, sino también otros mucho más suaves, solo perceptibles de cerca y que “hablan entre ellos todo el tiempo”, expone Baglione. Eso ha hecho que el volumen de datos aumente de manera considerable y para su análisis se ha colaborado con Earth Species Project, una organización sin ánimo de lucro que utiliza IA para decodificar la comunicación animal.
Hasta ahora, resume Baglione, se ha dado un primer paso “preliminar”, después “cuando tengamos un posible repertorio vocal, necesitamos volver al campo para ver si esas categorías tienen sentido para las propias cornejas. En esa siguiente fase experimental en campo sería fascinante comprobar si los diferentes tipos de sonido significan cosas distintas para las aves”.