Durante la crisis propiciada por la pandemia de la covid-19, se evidenció la debilidad de un sistema industrial atomizado con cadenas logísticas repartidas por todo el mundo. En España, por ejemplo, muchas fábricas se vieron obligadas a parar la cadena de montaje por falta de piezas fabricadas en otros países. De esta forma, se hizo patente la necesidad de pensar en una nueva industria que garantizara el autoabastecimiento, que modernizara la producción y creara puestos de trabajo especializados y de calidad y que dinamizara la actividad en zonas despobladas por la pérdida del tejido industrial.
En este escenario, la fabricación aditiva, más conocida como impresión 3D, se ha postulado como una herramienta revolucionaria para la industria presente y futura. Distintos sectores, como el sanitario, ya han implantado casi en su totalidad este tipo de producción. Audífonos y ciertas aplicaciones dentales ya se elaboran con esta técnica y en un futuro no muy lejano se espera usar órganos humanos impresos en 3D para trasplantes. Y este es solo un ejemplo, pues la fabricación aditiva trabaja con distintos materiales y tiene la capacidad de crear cualquier objeto imaginable.
El auge de esta tecnología, su carácter interdisciplinar y los retos que todavía plantea ha motivado al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a crear la Plataforma Temática Interdisciplinar (PTI) Fab+3D. El investigador del CSIC en el Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas (CENIM) Iñaki García Diego es el coordinador junto a Carlos Capdevila Montes (CENIM) de esta PTI, que aglutina equipos y expertos en fabricación aditiva y que busca dar solución a los retos científicos y tecnológicos que obstaculizan la plena implantación de la impresión 3D.
Pregunta: ¿Qué puede suponer para la industria la implantación generalizada de la fabricación aditiva?
Respuesta: Las ventajas para el sector industrial son evidentes: menor cantidad de materia prima por unidad producida, reducción del consumo energético, disminución del número de piezas en los stocks de producción, fabricación personalizada y, finalmente, procesos ambiental y socialmente sostenibles.
En la PTI pensamos, de hecho, que la fabricación aditiva podría incluso reindustrializar zonas que perdieron su tejido industrial hace tiempo. Las fábricas con impresoras 3D no se especializan en ninguna pieza o equipo en particular, sino que podrían abastecer todas las necesidades de producción de una zona concreta. Se adaptarían de manera inmediata, solo es necesario tener el diseño digital de lo que se quiere fabricar para producir lo que se necesite en cada momento. Una fábrica 3D podría abastecer de piezas a las industrias de la zona, a los talleres de reparación, a explotaciones en lugares remotos o a emprendedores locales y se convertiría en un generador de oportunidades económicas. Sin embargo, todavía quedan algunos desafíos para implantar completamente esta tecnología. Es por ello que es necesario que el conocimiento científico y técnico generado por los grupos de investigación del CSIC impulsores de esta plataforma, conecte con los retos y necesidades de la industria.
P.: ¿Qué objetivos tiene la PTI Fab+3D?
R.: A pesar de su rápida evolución en todo el mundo la fabricación aditiva tiene tres desafíos para cada aplicación industrial concreta: la calidad de las piezas fabricadas, la falta de materiales de impresión y la mejora de la productividad. Estos retos podrían superarse con la ayuda coordinada e interdisciplinar de distintos grupos del CSIC. La vocación de esta PTI es hacer al CSIC una referencia científica y tecnológica de la industria española en su salto de la fabricación tradicional a la nueva fabricación aditiva que se necesita para la llamada cuarta revolución industrial.
P.: Para que la ciencia llegue a la industria es necesaria la transferencia del conocimiento. ¿Qué acciones desarrollan en este sentido?
R.: En la plataforma contamos actualmente con el apoyo de 21 empresas que nos ayudan a hacer esta transferencia a la industria desde los 23 grupos de investigaciones del CSIC y 5 de universidades y centros tecnológicos que conforman la PTI. También buscamos establecer acuerdos con otras organizaciones como la Sociedad de Ingeniería de Fabricación o la Plataforma Tecnológica Aeroespacial.
En el sentido de la re-industralización de zonas vaciadas que comentaba anteriormente estamos realizando un proyecto de investigación financiado por la Agencia Estatal de Investigación precisamente para evaluar qué tipos de tecnología de impresión 3D y en qué condiciones podrían establecerse en la España vaciada y qué rendimiento económico y social tendría. Es un proyecto muy interesante en el que participan varios grupos y empresas de la plataforma junto con expertos geo-economistas del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC.
P.: Para una nueva tecnología se necesitan nuevos perfiles profesionales. ¿Desarrollan acciones para formar expertos en fabricación aditiva?
R.: Desde el principio la necesidad de formación surgió como una de las prioridades de la plataforma. Firmamos un acuerdo de colaboración entre el CSIC y la UNED para realizar acciones formativas sobre fabricación aditiva y uno de los frutos fue establecer un Máster Modular en Fabricación Aditiva, del que se está desarrollando actualmente la segunda edición. Además, en octubre participaremos en la Feria Industrial de la Comunidad de Madrid MetalMadrid 2022 impartiendo un curso sobre impresión 3D de metales.
A nivel universitario, aunque en algunas asignaturas de fabricación se abordan las tecnologías de impresión 3D, todavía falta que esta tecnología se incorpore en los currículos de algunas ingenierías y carreras. Un proyecto pendiente que tenemos en la plataforma es poder ampliar la formación en los programas de Formación Profesional.