Con motivo del Día Meteorológico Mundial, los expertos de Meteored José Miguel Viñas y José Antonio Maldonado celebran hoy 23 de marzo una conferencia online que se centrará en la importancia de los océanos y en los cambios que se están observando en los patrones climáticos del planeta.
La Organización Meteorológica Mundial pretende destacar este año la importancia de los océanos bajo el lema: “El océano, nuestro clima y nuestro tiempo”. Su objetivo es dar a conocer el papel de los océanos en nuestro día a día y en la regulación de los climas, sobre todo ante la preocupante situación de calentamiento global.
Los océanos en un sistema climático alterado
Francisco Martín.- Los océanos y mares circundantes cubren alrededor del 70 % de la superficie de la Tierra y son uno de los principales condicionantes del tiempo y del clima del planeta. Estas masas de agua almacenan más del 90 % del calor adicional atrapado en el globo como consecuencia de las emisiones de carbono generadas por la actividad humana. La enorme cantidad de energía captada por el océano genera las borrascas, ciclones tropicales, huracanes, tormentas y los fenómenos extremos más poderosos y destructivos en el mundo.
El océano, por tanto, está ralentizando el calentamiento de la atmósfera y así demorando el impacto total del cambio climático. Ese exceso de calor contribuye a la subida del nivel del mar como consecuencia de la expansión térmica del agua, propicia la aparición de zonas anóxicas (sin oxígeno) en los océanos, acelera la fusión de los hielos marinos, favorece el desarrollo de olas de calor marinas, agrava la decoloración coralina y degrada parajes oceánicos hasta convertirlos en entornos inhóspitos para la vida marina.
Evidentemente, gran parte del calor recién absorbido por el océano fluirá hacia la atmósfera a lo largo de los próximos siglos. El estudio del océano también es esencial para comprender mejor el cambio climático debido a la actividad humana.
Teleconexiones que cambiarán el clima de Europa
José Miguel Viñas.- El cambio climático no puede entenderse sólo en clave atmosférica. Los cambios que comienzan a manifestarse en los océanos irán a más en los próximos años, décadas y siglos, lo que dictará el comportamiento futuro del tiempo y el clima en regiones como Europa, donde empiezan a advertirse las primeras señales.
Los océanos se están calentando en su capa superficial, prácticamente en todas las latitudes terrestres y profundidades de esa parte superior, llegando a detectarse el calentamiento en algunas regiones oceánicas algo por debajo. Ciñéndonos a la superficie marina, la presencia de agua cada vez más cálida está aportando una cantidad cada vez mayor de vapor de agua a la atmósfera, con el consiguiente carácter más extremo (y en consecuencia adverso) de los fenómenos meteorológicos, así como una mayor subtropicalización de los ciclones y de los tipos de tiempo que afectan a Europa y en particular a España.
En los últimos años estamos asistiendo en el Atlántico Norte a más procesos de intensificación rápida de los huracanes. También estamos viendo cómo algunos de esos sistemas tropicales empiezan a evolucionar por zonas marinas subtropicales del este de la cuenca, discurriendo por las cercanías de Azores, Madeira, Canarias y la península Ibérica. Además, son más frecuentes los ciclones extratropicales (borrascas) que adquieren características (sub)tropicales.
La corriente del Golfo es una de las principales distribuidoras de agua cálida desde la zona de la península de Florida y las Bahamas hasta la fachada atlántica del continente europeo. En los últimos años, a causa del calentamiento global no solo no se está calentando, sino que está mostrando claros signos de debilidad, ralentizándose. Todo esto a largo plazo puede tener importantes consecuencias en el clima de Europa.
Dicha corriente contribuye a la mayor suavidad térmica de las costas atlánticas de Europa que las de Norteamérica, si bien no es la única causa de esa marcada diferencia, tal y como se suele afirmar simplificadamente.
Desde hace años, hay evidencias de la ralentización de la AMOC, pero un reciente estudio (publicado en febrero de 2021) ha podido determinar que dicho entramado de corrientes del Atlántico Norte se encuentra en su estado de mayor debilitación de los últimos mil años. En base a lo que se cree que ha ocurrido en alguna ocasión en el pasado, en Europa podría iniciarse una miniglaciación. Por ahora es solo una hipótesis de trabajo. Los modelos climáticos, de momento, solo plantean escenarios más cálidos que el actual.
Pronósticos en la era del cambio climático
José Antonio Maldonado.- En 1938 la compañía Pan Anam comenzó sus vuelos comerciales entre América y Europa, que se encontraban con el problema del desconocimiento de las condiciones meteorológicas que se iban a encontrar en la ruta. Ese mismo año, un avión de dicha compañía se estrelló en el Pacífico a consecuencia de una tormenta que no pudo esquivar.
La 2ª Guerra Mundial supuso un gran parón en la aviación comercial, pero al término de la misma esta adquirió gran actividad, lo que hizo necesario establecer leyes que regulasen el tráfico aéreo naciendo así la OACI (Organización de Aviación Civil Internacional), al tiempo que se retomaba el grave problema de la falta de información meteorológica en los vuelos transoceánicos.
Para solventar este problema, o al menos paliarlo, se tomó la decisión en la “Conferencia de Estados del Atlántico Norte para Estaciones Meteorológicas Atlánticas”, celebrada en 1946 en Londres, de establecer una red de trece estaciones fijas, costeadas por los diecinueve países (entre ellos España) cuyas líneas aéreas volaban sobre el Océano. Estas estaciones se denominaban con letras mayúsculas (A, B, C, D, E, H, I, J, K y M) y tenían asignado un punto que era su posición teórica. Al famoso barco K, conocido por el gran público sobre todo en tiempos de Mariano Medina, le correspondían las coordenadas 45ºN 16ºW, cercanas por tanto al noroeste de la Península Ibérica. Este buque logró evidenciar la importancia de monitorizar el tiempo en los océanos.
Con el paso del tiempo esas “estaciones meteorológicas” que tan extraordinario servicio habían venido prestando, fueron perdiendo utilidad al ir apareciendo otros sistemas de medición de datos y de trasmisión de los mismos. Los satélites meteorológicos y las boyas proporcionan en la actualidad la información necesaria para la navegación aérea y marítima. También mejoran los pronósticos a corto, medio y largo plazo tierra adentro.