A lo largo de una hora se fue combinando el teatro de guiñol con el trabajo actoral y contó con zancos estáticos, zancos de saltos, artefactos teatrales de grandes dimensiones, come-fuegos, pirotecnia, malabares… y un carromato sobre ruedas que transportaba un generador eléctrico y un equipo de música de 1.200 watios capaz de mantener al público bailando durante todo el recorrido.
En este espectáculo hay que destacar la participación de un elenco de actores como Nzo Pérez de Andrade, Ana Salvador, Nono Cañizares, Pepe Abad, Alborán Cañizares. La dirección de la obra es de Paco Cañizares y la dirección escénica de Ana Parra. La obra comenzaba con un retablo de guiñol, donde un adolecente aburrido busca desesperadamente su consola de juegos. El abuelo, para distraerle, se ofrece para contarle una bonita historia; ante semejante peligro el niño se va huyendo. El abuelo pone la tele y sólo encuentra programas de cotilleo y abundancia de noticias sobre catástrofes y sobre desastres medioambientales. Pone la radio y, buscando en el dial, encuentra un programa educativo sobre la naturaleza titulado El cole hasta en la sopa, lo deja y se acomoda para escucharlo. En el programa hablan de los insectos: describen al escarabajo común y la avispa, momento en que entre el público aparecían estos dos animales.
La avispa y el escarabajo común descubren que están en la misma situación, ya que los respectivos bosques donde cada uno de ellos vivía han ardido, igual que otros muchos parajes del planeta. También descubren que se dirigen al mismo sitio, El Bosque de Fantasía, donde se va a celebrar una asamblea de insectos para tratar de solucionar su problema.
Mientras consultan sus mapas, para decidir qué camino seguir, aparecía un nuevo personaje, el pulgón galáctico, un insecto saltarín, llegado de otro planeta que, una vez superadas las barreras del idioma, explica que él también viene a la asamblea de insecto ya que en su planeta también están desapareciendo los parajes naturales. Deciden viajar juntos pero, cuando se van a poner en camino, aparece dentro del retablo la Bruja de la Nada que representaba el espíritu de la especulación y de los deseos de crecimiento excesivo.
La bruja reconoce que disfruta envenenando los ríos, contaminando el aire e incendiando los bosques. Pero que no es ella la única responsable; los verdaderos responsables los humanos, que llevan años destruyendo el planeta; ella sólo aprovecha la situación en su propio beneficio. A pesar de todo, les ofrece la posibilidad de recuperar los bosques pero, para ello, tendrán que demostrar que realmente valoran los entornos naturales. Si quieren conseguir su objetivo tendrán que superar tres pruebas; tendrán que traerle un rayo de sol, la flor de yo-no-sé-qué y la frescura de la lluvia. Pero, si no lo consiguen los convertirá en cerdos.
Cuando desaparece la bruja entra en escena un nuevo personaje con un tambor. Todos piensan que es una aliada de la bruja hasta que descubren que es una mariquita normal y corriente. La comunicación con ella es complicada porque cuando no está tocando el tambor, está oyendo música a alto volumen en los walkmanes o con el mp3. Finalmente consiguen entenderse y, también ella, se apunta a echar una mano.
Más adelante se encuentran con una grandísima hormiga que les impide el paso pues está buscando comida para pasar el invierno pero, tras cinco días de búsqueda, al estar todo quemado, solo ha encontrado una semilla y para colmo, se ha humedecido y ha germinado convirtiéndose en una flor. La alegría se adueña de todos los insectos pues esa flor resulta ser la flor de yo-no-sé-que. Otra prueba superada.
Continúan el recorrido guiados por la hormiga que, desde su altura, persigue una nube de la que conseguir la frescura la lluvia. A pesar del esfuerza de todos, la nube desaparece y no consiguen la tercera prueba.
La bruja reaparece y los insectos van entregando los objetos que han conseguidos y, por cada uno que entregan la naturaleza va recuperándose poco a poco. La bruja que ha ido entristeciéndose al ver que los insectos superaban las pruebas, al descubrir que les falta la última se pone muy contenta y cuando va a convertirlos en cerdos, la mariquita recuerda un ritual muy antiguo que le enseñó su antepasado y jefe de tribu, “El Gran Jefe Escarabajo Sentado” y que consiste en una danza que atrae a la lluvia. Convence al público para que les ayude y mientras todos bailan la danza ritual se desencadena una lluvia limpia y refrescante. Tercera prueba superada.
La Bruja de la Nada, colérica y al borde del infarto, se marcha con dos palmos de narices pero amenazando con volver. Los insectos se despidieron con música festiva pero recordando al público que se debe cuidar la naturaleza, si no se quiere que La Bruja de la Nada reaparezca haciendo de las suyas.