La dieta especial con ‘probióticos’ que convierte a las lombrices en devoradoras de plástico

Con estos probióticos las lombrices son capaces de degradar más plástico y resistir en suelos contaminados.

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Las lombrices realizan un papel fundamental en la descomposición de materia orgánica del suelo. Su presencia asegura entornos más fértiles, y ahora también se ha descubierto que son capaces de acabar con los residuos plásticos, sin embargo, para ello deben tener una dieta especial, que las transforma en unas devoradoras de plástico.

Investigadora de la UAL estudia las lombrices empleadas en el experimento.

El Grupo de Microbiología de la Universidad de Almería, en colaboración con la Universidad Miguel Hernández, ha descrito el tipo de ‘dieta’ especial que deben llevar las lombrices, para realizar su labor de descomposición del plástico de manera más eficaz y, sobre todo, para no morir durante este trabajo de regeneración de suelos contaminados.

Cuál es la dieta para transformar a las lombrices en unas devoradoras de plástico

Los investigadores han comprobado que la dieta para transformar a las lombrices en unas devoradoras de plástico debe estar compuesta por microorganismos, hongos y bacterias, principalmente, de esta manera se logra que las lombrices tengan una tasa de supervivencia mayor en entornos contaminados.

Los resultados de este estudio, publicado en Journal of Hazardous Materials, demuestran que los plásticos se reducen y deterioran porque disminuyen su tamaño y su peso, y al mismo tiempo las lombrices resisten más en estos suelos. 

En concreto, han analizado en ensayos in vivo cómo influye en las lombrices de tierra la ingesta de determinadas bacterias responsables de sintetizar y reducir los plásticos. Además, han comprobado si su consumo repercute en la eliminación de estos contaminantes en diferentes tipos de terrenos, especialmente agrícolas. 

Lombrices empleadas en la investigación y que se transforman en devoradoras de plástico al comer bacterias.

Cómo han realizado los experimentos con lombrices

Para obtener estas conclusiones, primero seleccionaron lombrices de tierra localizadas en suelos contaminados por microplásticos para estudiar la composición de su microbiota intestinal. 

Analizaron e identificaron la cantidad y tipología diversa de hongos y bacterias que contenían para aislar aquellas con potencial para la degradación de plásticos. “Si queremos conocer cómo sobreviven las lombrices a los plásticos, tendremos que aislarlas de su entorno y estudiar su composición”, explica a la Fundación Descubre Macarena M. Jurado, investigadora de la Universidad de Almería y autora del estudio.

Estas lombrices, todas adultas y con un peso estimado de entre 5 y 10 gramos, se incubaron durante 90 días a 20 ºC en completa oscuridad. Una vez finalizado este tiempo, extrajeron el contenido de sus intestinos para estudiar su microbiota y cuantificar la presencia de bacterias y hongos generales y con capacidades específicas, susceptibles de utilizarse como probióticos.

Estos productos se componen de microorganismos beneficiosos, principalmente bacterias, que viven en el tracto intestinal y, en este caso concreto, de las lombrices. Los probióticos del estudio demostraron poder mejorar la tolerancia de las lombrices de tierra al plástico, ayudando a la descomposición de estos materiales que contaminan el ambiente.

Qué bacterias actúan como probióticos para las lombrices

Tras analizar todas las cepas bacterianas encontradas, las dos seleccionadas como probióticos fueron Pseudomonas putida y Pseudomonas alkylphenolica. Para evaluar su efectividad y compararlas con el grupo control, que no incluyó los probióticos en su dieta, el equipo de investigación concentró la biomasa. “Después, y con la finalidad de que las lombrices las ingirieran, rociamos este cóctel microbiano sobre hojas frescas de morera blanca, alimento principal de las lombrices”, aclara Jurado.

En paralelo, recrearon en el laboratorio suelos contaminados por plásticos con la finalidad de evaluar el comportamiento y adaptación del tracto digestivo de las lombrices nuevas a estos espacios, comparándolos siempre con un grupo control, donde ni el suelo ni los gusanos estaban en contacto con residuos de este tipo.

Entorno donde se han realizado los ensayos con las bacterias.

Qué plásticos degradan las lombrices

Durante el estudio, el equipo de investigación probó cómo interactuaban las lombrices con cuatro tipos de plásticos de uso agroalimentario. Utilizaron PET (tereftalato de polietileno), empleado habitualmente en el envasado de productos; LDPE (polietileno de baja densidad), con el que se fabrican cubos de compostaje y sistemas de riego; LLDPE (polietileno lineal de baja densidad), presente en tuberías y mangueras de agua; y PS (poliestireno), usado como aislante en cultivos por sus propiedades térmicas.

De esta forma, simularon a pequeña escala y de forma controlada los posibles suelos contaminados por plásticos a los que se exponen las lombrices. “Creamos un mesocosmos, un espacio experimental controlado para conocer cómo afecta a las lombrices “fortificadas” con probióticos la ingestión de materiales plásticos, como los restos de láminas plásticas que se emplean para mejorar la productividad de los cultivos”, detalla Jurado.

Tras estos ensayos, comprobaron que las lombrices de tierra alimentadas con una dieta específicamente reforzada con estas dos bacterias concretas (Pseudomonas putida y Pseudomonas alkylphenolica), reducen los plásticos que permanecen en el suelo tras los periodos de cultivo.

El equipo de investigación, que continúa trabajando en las últimas fases del proyecto en el que se basa este estudio, concluye que las lombrices de tierra, consideradas un indicador del bienestar de los suelos, constituyen una fuente útil en tareas de biorremediación, es decir, en la recuperación de ambientes contaminados con plásticos. “El empleo de estos mismos microorganismos especializados y aplicados como probióticos refuerzan el bienestar de las lombrices ante la presencia de contaminantes plásticos gracias a la mejora de la funcionalidad de su microbioma”, apunta la investigadora de la Universidad de Almería.