En plena oleada de altas temperaturas y otros fenómenos climáticos extremos, la descarbonización de la sociedad y la adopción de energías limpias entran de lleno en el debate público. Este proceso consiste en la reducción de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, y busca lograr una economía global de bajas emisiones a través de fuentes energéticas que no pasen por la combustión de fósiles, nuevas tecnologías de producción y uso de la energía, eficiencia y, finalmente, captura y reutilización del propio CO2. A esa línea de meta, afirman algunos expertos, no se llega por un solo camino, sino mediante una combinación de estrategias y tecnologías. La carrera por descarbonizar el planeta centra uno de los cursos de verano de la UNIA en La Rábida, dirigido por Benito Navarrete, catedrático de Ingeniería Química y Ambiental de la Universidad de Sevilla.
«Existen muchas tecnologías que pueden ayudarnos. Ninguna por sí sola conseguirá que tengamos recursos energéticos suficientemente sostenibles y estables como para mantener nuestra calidad de vida», opina el profesor Pedro Mora Peris. Mora es presidente de la Plataforma Tecnológica Española del CO2 (PTECO2), investigador de la Universidad Politécnica de Madrid y uno de los profesores del curso Tecnologías de la Descarbonización. La transición hacia una industria neutra en carbono, que se imparte esta semana en la sede de la UNIA en La Rábida. «Es necesario seguir profundizando en tecnologías de hidrógeno y la sustitución de carbono fósil por biomásico», apunta. Al margen de ello, el experto afirma que «resultará muy complicado eliminar determinados porcentajes de carbono y metano», y es ahí donde la captura del carbono entra en juego para «cerrar el círculo», si bien «deberá ir acompañada, en la medida de lo posible, por la utilización de ese carbonoy, sin duda, su almacenamiento geológico».
Las tecnologías de captura directa del carbono presente en la atmósfera son una de las vías que más están siendo exploradas actualmente como medio para eliminar estos gases contaminantes. «Existen múltiples tecnologías: combustión, poscombustión, oxicombustión…», explica. Sin embargo, todas ellas se encuentran en fase de desarrollo. Mora liga su éxito a la decisión de qué hacer posteriormente con ese carbono capturado: «Existen plantas pilotos de cierto tamaño en diversos sectores de Europa, pero aún requieren una curva de aprendizaje importante y requieren que se abaraten sus costes. Esto ocurrirá a medida que sepamos qué hacer con el CO2. Es importante disponer, como hacen otros países de nuestro entorno como Italia o Países Bajos, de lugares de almacenamiento que permitan que estas tecnologías de captura vayan desarrollándose a medida que se determina su uso».
Entre los usos posibles podría estar el servir de apoyo a otras energías verdes: «No sabemos si el dióxido de carbono será el elemento estable que otorgue seguridad al uso del hidrógeno. Quizá sea también usado en la solidificación de alto valor añadido. Hay un vacío en la legislación respecto a los usos reconocidos, y será también ello lo que marque la pauta», incide.
Los distintos métodos y tecnologías de descarbonización, el papel del hidrógeno y los posibles usos de estos gases centran estos días uno de los cursos de verano de la UNIA en su sede de La Rábida. A lo largo de cuatro días, el curso pasa revista a las distintas estrategias y tecnologías disponibles para reducir los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, en un contexto de emergencia climática causado por sus altos niveles y la quema de combustibles fósiles. Al debate técnico se suman aspectos como el marco regulador, los mercados de emisiones y mecanismos de compensación, el impacto en la economía o el papel de Europa, a fin de ofrecer una perspectiva poliédrica del estado actual de la cuestión.
La captura directa, el almacenamiento geológico y los usos del CO2 capturado son también tratados en el currículum, que busca también alternativas para la descarbonización en la industria basadas en el principio de «no causar un perjuicio significativo» (DNSH, por sus siglas en inglés) al medioambiente, además de los procesos biológicos que intervienen en la descarbonización. También la tecnología de hidrógeno, que los responsables del curso califican como «la piedra angular» sobre la que lograr este objetivo, protagonizará una de las ponencias. Una mesa redonda con representantes del sector energético y petroquímico servirá de broche final al curso.
A cargo de las ponencias está un profesorado formado a partir de investigadores ingenieros y profesionales del sector energético como Pedro Mora Peris, de la Plataforma Tecnológica Española del CO2, José Manuel Cansino Muñoz-Repiso, de la Universidad de Sevilla, María Guerrero de Mier, ESG Carbon Cycle de CEPSA , Rafael Sánchez Durán, de Endesa, José Luis Menéndez López, de la Asociación de Industrias Químicas, Básicas y Energéticas de Huelva o Vicente Cortés, investigador de la Universidad de Sevilla y presidente de INERCO. El curso cuenta con el patrocinio de la Cátedra Fundación Cepsa de la Universidad de Sevilla y de la Plataforma Tecnológica Española del CO2.