Julio Alfredo Egea, desde el dolor

    Miguel Ángel BlancoLa poesía es de otro mundo. Es difícil sumergirse en el espíritu poético desde el mundo real, con toda su trascendencia, sin que el dolor emergente no constituya una guía espiritual de interiores para cada autor y que el lector de poesía tendrá que desvelar. Por eso se entiende que Julio Alfredo Egea (Chirivel, Almería, 1926) manifestara con motivo de la publicación de su libro Los asombros (1996): Aunque tengo un sentido íntimo en mi poesía, miro mucho alrededor y escribo cuando me duele algo.

    Como toda creatividad literaria y poética, que profundiza en lo ficticio, que permanece oculto en la realidad, en busca permanente de la verdad, el poeta sólo se explica desde esta sensación de lo individual diluido en la naturaleza. Así se entiende en gran medida la trayectoria poética de Julio Alfredo Egea, en el centro de la actualidad cultural de 2010, con motivo de la publicación de su Poesía completa (Instituto de Estudios Almerienses, Colección Letras, serie Poesía, nº 39, dos volúmenes).

    Este recorrido se proyecta también desde el ámbito periodístico, que explica los momentos de encuentros entre el poeta y el periodista, un tiempo que nos ha unido. El tiempo de un periodismo de la interpretación de la realidad, que se aleja del presente, que se apoya en multitud de circunstancias, que engloba todo lo que rodea al ser humano. Julio Alfredo Egea, por ejemplo, dijo en 2001: Yo escribo por necesidad, no por artificio. Para sobrevivir al dolor.

    Julio Alfredo EgeaHay multitud de sendas en el poeta, desde su primera inmersión, Ancla enamorada (1956), que pasa también por sus antologías, por Los asombros, un libro fundamental, que nada en las tragedias ocultas con Bloque 5º y Desventurada vida y muerte de María Sánchez. Julio Alfredo Egea proyecta su larga experiencia viajera, de pensamientos, de ideas, de irrealidades, de sueños, de confrontaciones, de búsquedas incesantes de la palabra, de respuestas inalcanzables, pero que justifican precisamente por eso la verdad que le acompaña.

    Hubo una entrevista en 2003, un tiempo especial para una revisión general de sus palabras: Humanismo y Naturaleza son los dos grandes temas que me mueven a escribir y entrañan los temas fundamentales del ser humano: Dios, amor, paso del tiempo y la muerte. Al poeta le acompaña su coherencia, el rigor, las ideas, el pensamiento y la honestidad intelectual, lo que ya es cada vez más difícil de encontrar.

    En el dolor poético de Julio Alfredo Egea concluye también su pacto íntimo y secreto con la naturaleza oculta, con la vida de los pájaros, yo no creo en una vida sobrenatural sin pájaros. Y de ahí su Arqueología del trino: Creo en la resurrección de las alondras y en la segura salvación del trino. Y también en los árboles, con el horizonte, con las montañas, con los espacios abiertos, con los refugios en las grandes ciudades, en el enaltecimiento de lo poético desde el silencio, el lector a solas con la sombra del poeta, es lo que vale al final. Y siempre junto al dolor. Para sentir lo vivido.

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