Termómetros destrozando récords de temperaturas en pleno agosto invitan a cualquiera a perderse por lugares donde la vegetación aporte frescura y sombra al espacio. ¿Se imaginan dar este ‘paseo’ en su propio edificio? En Bogotá, Colombia, pueden presumir de contar con el jardín vertical más grande del mundo y está demostrado que este tipo de jardines reducen hasta 5 grados la temperatura interior de un edificio en verano, así como la mantienen en invierno.
Bautizado como Santalaia, se trata de un coloso de más de 3.100 metros cuadrados. Su cobertura vegetal está compuesta por cerca de 115.000 plantas de 10 especies y 5 familias diferentes. El tiempo de ejecución para esta gigantesca obra han sido ocho meses para su diseño y otros ocho meses para su ejecución.
El biólogo y experto en botánica Ignacio Solano ha sido el responsable de diseñar y coordinar, el que es hasta la fecha el jardín vertical más grande del mundo. Se trata de un edificio del barrio Chapinero Alto de Bogotá, cuya materialización fue posible gracias al equipo de la empresa Paisajismo Urbano y la empresa Groncol de Colombia, quienes se embarcaron en esta gran aventura por petición de Exacta Proyecto Total. Esta empresa colombiana les pidió un edificio vivo que tuviera capas uniformes de plantas tanto en color como en volumen. Lo lograron y hoy es admirado por paisajistas y biólogos.
Plantas endémicas
En esta ocasión Solano trató de utilizar el mayor número posible de plantas endémicas, para ello previamente realizó una expedición a las selvas del Chocó colombiano para recoger muestras, reproducirlas in vitro y, una vez crecidas, incorporarlas a la obra.
El reto más importante que hubo que solventar en este proyecto fue el sistema de riego. Finalmente y tras mucho trabajo se superó creando más de 40 sectores de riego que se regulan de acuerdo con la humedad y la radiación solar. Además, esta estructura cuenta como medida adicional con una planta de tratamiento que recicla el agua sobrante del muro al igual que algunas aguas grises del edifico. Este ecosistema vertical, se ha convertido en un gran corazón verde en la mitad de la densa ciudad de ladrillo de Bogotá.
No en vano, está demostrado que los jardines verticales, además de embellecer los espacios, mejoran la calidad del aire capturando el polvo y las partículas suspendidas, además, absorben el CO2 y producen oxígeno. Por si ésto fuera poco, representan un aislante término y acústico inmejorable.