Jaén, una tierra preñada de fósiles marinos

Matías Reolid muestra los fósiles de ballena hallados en Jaén.
Matías Reolid muestra los fósiles de ballena hallados en Jaén.

Hallan en Jaén unos restos fósiles de ballena Cephalotropis únicos en el mundo, en los que se pueden ver las acciones de grandes depredadores marinos que vivieron hace 10 millones de años en lo que hoy es la Depresión del Guadalquivir. 

Hace diez millones de años el Sur y Este de la Península Ibérica eran muy diferentes a como lo conocemos hoy día. No existían los problemas relacionados con la sequía y la aridez, y el desierto no amenazaba con avanzar de manera descontrolada, para ganar terreno a zonas mucho más verdes. Hace diez millones de años, esta porción del país estaba sumergida bajo las aguas del antiguo mar de Thetis y apenas emergían algunos de los picos que en la actualidad dominan el horizonte.

Este ambiente configuró el territorio y lo preñó de animales que llegan a nuestros días en forma de fósiles, con los que los investigadores hacen una lectura profunda de cómo eran las condiciones en aquel entonces. Un libro abierto para los expertos que saben interpretar sus signos, con el que reconstruir una época muy remota.

Matías Reolid mostró varios fósiles.
Matías Reolid mostró varios fósiles.

Hace unos siete u once millones de años, el Estrecho de Gibraltar no existía y la comunicación entre el Océano Atlántico y el incipiente Mar Mediterráneo se realizaba a través de una franja de terreno que hoy ocupa buena parte de las provincias de Jaén y Granada.

Tal y como ahora ocurre en el Estrecho, el intercambio de aguas lo es también de nutrientes y de especies vivas, hasta tal punto que se creó un santuario para la vida, que hoy se evidencia a través de los múltiples hallazgos de fósiles aparecidos en el entorno de la provincia de Jaén.

En los últimos años han aparecido fósiles de ballena, de leones marinos, tiburones megalodón, una de las tortugas más antiguas de Europa, incluso se han hallado los restos de un dinosaurio marino que vivió en los fondos del Thetys hace más de 230 millones de años y que está considerado como el vertebrado más antiguo aparecido en Andalucía.

En Jaén han aparecido restos de ballenas, leones marinos y dientes de un tiburón megalodón.

Entre todos estos restos se mueve como pez en el agua el investigador del Departamento de Geología de la Universidad de Jaén, Matías Reolid. Él ha intervenido en el hallazgo y estudio de todas estas piezas. Ha desarrollado investigaciones de calado internacional sobre el pasado remoto de este entorno y es una de las voces más autorizadas en todo lo referido a fósiles marinos. “Estos restos pertenecen al dominio geológico denominado Depresión del Guadalquivir, y concretamente al Mioceno superior (Tortoniense, de entre 11 y 7 millones de años). Es un momento en la historia del sur de la península en el que la Cordillera Bético-Rifeña ya ha emergido del mar, aflorando numerosas rocas que se formaron durante millones de años en el antiguo Mar del Tethys”, contextualiza este experto.

Fósiles y la Bética emergida

fosiles-ballena-ujaEn esta época, la Cordillera Bética había superado las aguas y se habían formado unos cinturones de islas que dejaron entre medias cuencas sedimentarias como la Cuenca de Granada, la Cuenca de Guadix-Baza y la Cuenca de Ronda, entre otras, que “conforme la cordillera se iba levantando iban emergiendo y quedando cada vez más reducidas”. Se estaba formando el terreno para adoptar las formas que han llegado hasta nuestros días, aunque la vida se desarrollaba por otros derroteros, los que se encuentran a decenas de metros sobre el mar, que constituía el entorno ideal para las especies que dominaron este canal de comunicación oceánico y que se beneficiaron del intercambio de nutrientes.

En el inmenso mar de olivos que ahora es la provincia de Jaén han vivido especies que cuesta imaginar como un espacio marítimo. Y es con la ayuda de expertos como este profesor de la Universidad de Jaén como se puede obtener una imagen de la zona hace millones de años.

Los fósiles son libros abiertos llenos de información y de datos sobre épocas remotas. “Los fósiles nos permiten obtener información de la edad de los materiales, el medio y las condiciones ambientales en las que vivió el organismo y en el cual se formaron las rocas en las que se encuentra, cómo eran los organismos del pasado (muchas veces sin equivalentes actuales) y cómo fueron los procesos de evolución y extinción de los distintos grupos de organismos que han existido en la historia de la Tierra. No en vano, los fósiles son la principal evidencia de la vida en el pasado”, explica Matías Reolid.

Los últimos libros leídos e interpretados por el profesor de la Universidad de Jaén son los fósiles de una ballena y un león marino, aparecidos en la Depresión del Guadalquivir.

Se trata de una investigación que surgió en marzo de 2013 con la colaboración del doctor Fernando García, entonces también miembro del Departamento de Geología de la UJA y actualmente en la Universidad de Granada. Inicialmente, el trabajo se realizó en un área próxima al Arroyo Escobar, en un cauce de difícil acceso donde afloraban algunos de los restos fósiles estudiados, que se encontraban en condiciones precarias debido a las crecidas.

Información paleoambiental en los restos fosilizados

La primera medida del equipo geológico fue contextualizar dónde se habían encontrado los fósiles de ballena y leones marinos con el objetivo de realizar una reconstrucción paleoambiental de estos depósitos a través del análisis de sedimentos, del estudio de trazas fósiles y de asociaciones fósiles de macroinvertebrados.

“Una vez analizados los macroinvertebrados, los restos de cetáceos y pinnípedos, así como otros restos potencialmente pertenecientes a sirénidos, un tipo de vaca marina, concluimos que se había tratado de un ambiente sedimentario relativamente alejado de la costa, profundo y con poca energía”, aclara Matías Reolid.

Concretamente, el equipo de la Universidad de Jaén localizó restos de varias costillas y extremidades de ballena, parte del cráneo de una ballena de pequeño tamaño, (género Cephalotropis), numerosas costillas de sirénidos, parte de la caja torácica de un león marino, dientes de tiburón y numerosas conchas de macroinvertebrados (ostras y pectens entre otros).

El cráneo de ballena aparecido en Jaén es único en el mundo porque permite ver la acción de los depredadores.

De hecho, estas apariciones están consideradas por Matías Reolid como las más importantes aparecidas hasta la fecha. No es la primera que halla del género Cephalotropis, ya que previamente aparecieron restos en Nueva Escocia (Canadá) y en la Cuenca de Adiça (cerca de Lisboa). Pero lo que hasta ahora no se había encontrado es un cráneo como el aparecido en la provincia de Jaén, porque “permite observar algunos elementos no conservados en los restos fósiles previamente descritos en Canadá y Portugal. La presencia de marcas de predación en muchos de los restos estudiados en este afloramiento, principalmente en los restos de sirénidos, permite también inferir la interacción con predadores y carroñeros. No en vano en este sector de la cuenca se han encontrado restos de rayas, marrajos y otros predadores. Entre ellos destaca el diente de Carcharocles megalodon hallado en Porcuna (Jaén) de la misma edad, y que fue el mayor predador de la época”.

Dientes conservados en el museo de Porcuna.
Dientes conservados en el museo de Porcuna.

El estudio de éstos y otros fósiles permiten interpretar algunas zonas como plataformas marinas carbonatadas, otras áreas correspondían a abanicos deltaicos y playas, incluso hay depósitos en algunos sectores “que nos permiten interpretar distintos ambientes en ambos márgenes de la cuenca, el adosado a Sierra Morena y el desarrollo en el margen tectónicamente activo correspondiente a las Béticas”, afirma Matías Reolid.

Del mismo modo, los fósiles han permitido conocer cómo era el clima de hace diez millones de años y se puede afirmas que “debió ser más cálido que el actual, como indica la aparición de restos de corales en el mismo afloramiento”.

Los fósiles de mamíferos marinos seguirán apareciendo en esta cuenca sedimentaria que hoy es la provincia de Jaén, aunque los expertos no saben decir dónde y necesitan la ayuda de las personas que encuentran los restos y dan la voz de alarma.

Cómo se forman los fósiles

Otra cuestión es cómo se forman. Casi exclusivamente, los fósiles están enmarcados en rocas sedimentarias y partes de su organismo están mineralizadas. Llegan a nuestros días porque son enterrados rápidamente por sedimento, que los libra de ser dañados por carroñeros y protege de los agentes atmosféricos. Por otra parte, explica Matías Reolid, es necesario que el sedimento debe tener las características necesarias para preservar el resto del organismo durante el tránsito de sedimento a roca sedimentaria, que conlleva la transformación de los restos en fósiles. “Finalmente, necesitamos que la historia geológica de estas rocas no conlleve procesos que destruyan los fósiles como sería el metamorfismo o la fusión de los materiales. Cuando estas rocas gracias a los procesos tectónicos y erosivos llega a aflorar nuevamente en superficie podemos encontrar su contenido fósil en el campo”, añade el investigador de la Universidad de Jaén.

 

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