J. A. Moreno Dávila: “Ojalá los barrocos tengan los días contados”

Perfeccionista, sincero y preocupado por lo que le rodea. Así es José Antonio Moreno, que acaba de publicar su primer poemario con Arráez Editores, una obra directa, urbana y en la que se unen su pasión por la realidad y las realidades cotidianas. Disfruta escribiendo. En tu poesía hay mucha descripción de realidades muy banales.

Sí, eso me gusta porque es cotidiano y es algo que a todo el mundo le puede ocurrir, como ver en el autobús a una chica que te gusta.

Parece que no son muchos, pero sí hay mucha gente joven que escribe, ¿no?

Sí, hay jóvenes que escriben muy bien, y no necesariamente hablan de los temas que típicamente se asocian a la poesía, son más de temas más cercanos, con los que se puede tener una relación directa.

¿Te gusta más un adoquín que una flor?

Sí, mucho más, porque en el adoquín ocurren cosas que incumben. A mí me gusta que lo que cuento con mi poesía tenga contenido.

¿Te gusta buscar la belleza?

Sí, pretendo esa búsqueda de la belleza, pero sin entrar en trance ni nada parecido.

Muchas veces esta poesía más urbana está más cerca de la música, ¿no?

Puede que suene algo presuntuoso por mi parte decir que mi poesía enlaza con la música pop y rock, en realidad me gustaría que lo hiciese, tal y como han conseguido algunos poetas de lo que se llama el realismo limpio, como Karmelo C. Iribarren. Lo que me ocurre es que no puedo escuchar música en español, porque cuando escucho música me centro en la sonoridad, en la voz como instrumento.

¿Escribes con música de fondo?

Casi siempre, y casi siempre con las mismas canciones. Es un trabajo muy duro, es casi como un entrenamiento deportivo que me absorbe, es un ejercicio de reflexión profundo que me deja agotado. Y mi poesía es muy racional.

¿Y eso de que las drogas abren la mente?

Eso es mentira. Conozco mucho la poesía de la generación beat o el realismo sucio de Bukowski, donde se mezclan drogas y alcohol y parece que viven en una fiesta constante. Me cuesta creer que estos autores pudieran escribir en ese estado, dudo mucho que sirvan para inspirarse.

¿Por qué llamar a tu primer poemario ‘Y que calle la noche’?

Es un título muy sugerente. En realidad, el poemario empezó llamándose ‘Matando las tardes de domingo’ y se me fue de las manos: muchas páginas, estaba abusando del humor, tanto que se hacía pesado, y empecé a suprimir páginas y me quedó un trabajo mucho más poético y variado. Me vino el título y me gustó tanto que decidí acabar el último poema con “y que calle la noche”, y me pareció un gran final.

Eres un autor muy sincero y lo demuestras desde la misma solapa del libro, cuando dices que “no acostumbro a acabar todo lo que empriezo”.

La mayoría de las veces, las solapas están escritas por el propio autor en tercera persona, sin embargo yo aposté por hacerlo en primera persona como gesto de sinceridad.

Como lector, ¿te gusta más la novela o la poesía?

Soy más de novela, aunque todo tiene sus momentos.

En tu poesía hay muy poca artificialidad, ¿no?

Ojalá que los barrocos tengan los días contados, debería ser así. Las obras deben ser más directas, ir más al grano y no perderse.

Ya tienes acabado otro poemario, ¿cómo es?

Es el poemario que más me gusta y con el que más he disfrutado. Es más cínico todavía que éste y además imprimo más musicalidad a la hora de hablar de temas cotidianos. Me gustaría verlo publicado.

 

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