A mediados de los años 2000, concretamente en septiembre de 2005, unos excursionistas, que se habían perdido, hacen una fogata para que puedan ser localizados por los medios de salvamento. Como resultado de tal imprudencia, el fuego se descontroló, generando un incendio que consumió casi 3.500 hectáreas del paraje del Tello, ubicado en Lanjarón, en pleno Parque de Sierra Nevada, afectando a más de 400 hectáreas de bosque dominado por encinas, Quercus ilex L.
La evolución de los incendios forestales en España es dramática y muy a tener en cuenta, de tal modo, que se ha pasado de 1871 incendios en la década de 1960 a unos 13.000 en el periodo de 2006 a 2015.
Una consecuencia de los incendios forestales, no observable a simple vista, pero que pone de manifiesto el estado del suelo y su capacidad para la futura recuperación tras un fuego, es la variación de las comunidades microbianas en la rizosfera, zona del suelo cercana a las raíces, donde se desarrolla la vida microbiana.
Esta zona del suelo, aunque con un reducido tamaño, entre 3 y 5 centímetros, es de gran importancia dada la cantidad de procesos que tienen lugar entre el suelo y las raíces de las plantas en esta pequeña porción de subsuelo. De ahí, el interés de conocer qué sucede en esta región del terreno existente bajo las plantas, donde se encuentran sus raíces.
Los incendios forestales y sus efectos en la comunidad microbiana del suelo
De un tiempo para acá, puesto que el número de incendios ha seguido una proyección creciente, se ha convertido en un tema de gran interés de estudio, el conocimiento del estado de las comunidades microbianas que se encuentran en las zonas vegetales afectadas por este tipo de catástrofes, tanto a corto plazo, un año tras el incendio, como a medio plazo, entre los 3 y 6 años posteriores.
Un efecto de los incendios es la reducción de la diversidad de las comunidades microbianas, así como una alteración de su composición. Estos cambios son evidentes tanto en la composición como en la funcionalidad de la comunidad.
Estas comunidades microbianas del suelo desempeñan un papel fundamental en los procesos biogeoquímicos de los ecosistemas, como los ciclos del carbono (C) y el nitrógeno (N), encargándose de descomponer la materia orgánica, liberar nutrientes y facilitar su absorción por las plantas.
Como resultado de los incendios forestales, se alteran significativamente tanto la composición como las actividades que llevan a cabo las comunidades microbianas del suelo.
En función de la gravedad de un incendio, teniendo en cuenta su intensidad y duración, el alcance de estos cambios puede ser mayor o menor. Por lo tanto, tal y como manifiesta Antonio Fernández, de la Estación Experimental del Zaidín y perteneciente al proyecto SUMHAL, “el estudio de las conexiones entre los incendios forestales y las características de las comunidades afectadas nos proporciona una base para comprender las consecuencias del fuego en la dinámica de los ecosistemas”.
Cómo evolucionan los microorganismos de la rizosfera tras el fuego
Es conocido que en los periodos posteriores a los incendios existe una proliferación de aquellos microorganismos que presentan rasgos pirofílicos. Por consiguiente, a corto o medio plazo, la comunidad microbiana muestra una mayor resistencia a las condiciones posteriores al incendio.
En este evento concreto del incendio de Lanjarón, según explica Antonio Fernández, “se tomaron muestras del suelo estrechamente adherido a las raíces secundarias y metabólicamente activas (rizosfera) de encinas en una zona no afectada por el incendio, pero muy próxima al mismo, así como de suelos rizosféricos de encinas quemadas y que sobrevivieron y rebrotaron tras este incendio”.
Hoy en día, son poco frecuentes los estudios a largo plazo de los efectos generados por los incendios en la rizosfera descritos anteriormente. Por este motivo, es fundamental ejecutar estudios a largo plazo (próximos o superiores a una década) que permitan adquirir una comprensión más completa de las modificaciones que han sufrido las comunidades microbianas de la rizosfera que habitan estos entornos afectados por incendios.
Las bacterias Arthrobacter, Blastococcus y Massilia nos dicen cuál es el estado del suelo
En particular, el estudio de la bacteria Arthrobacter ha sido de gran importancia, puesto que es un bioindicador microbiano del suelo quemado con propiedades beneficiosas para las plantas. La forma en que los bioindicadores como Arthrobacter, Blastococcus y Massilia evolucionan a largo plazo está poco explorada, realizándose en este trabajo concreto un estudio longitudinal, es decir, siguiendo la evolución de la microbiota en comunidades del mismo fuego y los mismos árboles individuales.
No se puede obviar que los efectos del fuego sobre la diversidad microbiana pueden variar en función de factores tan variados como la gravedad del incendio y el tipo de ecosistema afectado.
En este punto, cabe señalar que la recuperación de la estructura y composición de una comunidad procariota lleva su tiempo; incluso después de 9 años, todavía existen diferencias perceptibles entre las zonas quemadas y las no quemadas.
Por tanto, puesto que los incendios forestales provocan alteraciones significativas en las comunidades microbianas del suelo, se encuentra que hay ciertos grupos de bacterias que prosperan en ambientes afectados por incendios debido a sus características adaptativas únicas. En esta situación se encuentran los microbios pirófilos, caracterizados por la resistencia al calor, la afinidad por la mineralización del nitrógeno y la degradación de los hidrocarburos aromáticos, que demuestran su capacidad para sobrevivir y dominar los espacios afectados por los incendios a posteriori.
“En definitiva, la persistencia de alteraciones en la composición de la comunidad microbiana, la biomasa y el pH sugiere que es necesario un seguimiento a más largo plazo (más de una década) para conseguir observar la recuperación completa de los ecosistemas afectados por los incendios”, declara el Dr. Fernández-López.