El cambio climático, el incremento de las temperaturas y el descenso de las precipitaciones ponen en jaque a la agricultura. En este contexto se multiplican las investigaciones para identificar los sistemas que pueden fortalecer la resistencia de las plantas a estas amenazas. Un equipo del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas y la Universidad Politécnica de Valencia acaba de hacer un descubrimiento clave para mejorar la fortaleza de las plantas ante la sequía, al identificar el mecanismo que controla la adaptación a la falta de recursos hídricos y las altas temperaturas.
Las plantas están sometidas de forma simultánea a diferentes situaciones de estrés ambiental, como por ejemplo la sequía y las altas temperaturas. En estas situaciones, mantener una temperatura óptima de la hoja y evitar una pérdida excesiva de agua son esenciales para un buen rendimiento de la planta.
Cómo regulan las plantas su adaptación a la sequía y las altas temperaturas
Los investigadores acaban de descubrir que las plantas regulan su resistencia a la sequía y a las altas temperaturas mediante la apertura y el cierre de los estomas, a través de un mecanismo molecular de aceleración y freno, que optimiza el intercambio gaseoso con el ambiente.
Se trata de un mecanismo molecular complejo que regula la apertura y el cierre de los estomas, los poros que tienen las plantas en la superficie de las hojas, que se abren para refrigerar a la planta cuando hay calor excesivo o se cierran para evitar la pérdida de agua en condiciones de sequía. El conocimiento de este sistema permitirá obtener cultivos más resistentes a situaciones de estrés ambiental como las que genera el cambio climático.
Mientras que las altas temperaturas inducen la apertura de los estomas para refrigerar la hoja mediante transpiración, la sequía induce el cierre de los mismos para reducir la pérdida de agua. “Los mecanismos de los estomas que integran estas señales conflictivas cuando concurren altas temperatura y sequía son aún desconocidos”, reconoce Pedro Rodríguez, profesor de investigación del CSIC en el IBMCP que participa en el estudio que publica hoy la prestigiosa revista Nature Plants, en el que profundizan en el conocimiento de las bases moleculares que permiten la adaptación de la planta a señales conflictivas concurrentes.
El trabajo, liderado por el centro VIB de Biología de Sistemas Vegetales de la Universidad de Gante (Bélgica) y donde colaboran las universidades de Utrecht y Wageningen (Países Bajos), Aix-Marsella (Francia) y Nagoya (Japón), además del grupo liderado por Pedro Rodríguez en el IBMCP, identifica una proteína llamada TOT3 que regula la actividad del principal motor celular para la apertura de estomas, la bomba de protones o AHA. Una bomba de protones es una proteína capaz de movilizar protones a través de la membrana de una célula.
Cultivos más resistentes a condiciones adversas
“TOT3 promueve la apertura de estomas en condiciones de alta temperatura, para refrigerar la hoja, mediante la activación de AHA”, explica el investigador del CSIC. “Por otra vía, encontramos la proteína OST1, un actor clave para cerrar estomas en situación de sequía. Cuando coinciden ambos estreses ambientales, OST1 inactiva directamente a TOT3, otorgando primacía a la conservación del agua frente a la regulación de la temperatura de la hoja”, describe Rodríguez.
Según los autores, se trata de la primera descripción molecular de un eje de señalización para armonizar la apertura y el cierre de estomas en función de la condición ambiental dominante, o si concurren señales conflictivas sobre los estomas. “Comprender cómo las plantas interpretan diferentes señales ambientales para optimizar su adaptación proporciona oportunidades para incrementar la resiliencia a condiciones adversas en plantas de cosecha, como las que se producen en el contexto actual de cambio climático”, avanza el investigador.