El modelo actual de financiación de las universidades españolas está siendo cuestionado porque, según el Gobierno, no es sostenible. Por ello se barajan alternativas como la introducción de una fórmula para financiar los campus basada en la consecución de objetivos.
¿Tenemos una universidad sostenible? La crisis económica ha puesto patas arriba todas las instituciones de este país, entre ellas la universidad pública, cuyo modelo viene siendo cuestionado desde hace unos años. Falta de fondos, poca eficiencia, endogamia, exceso de alumnos, titulaciones redundantes, modelo de estudios… son muchos los aspectos que se están replanteando desde la esfera política de este país, hasta el punto de que hay quien entiende en todos estos planteamientos una estrategia que viene de atrás para restarle fuerza a la universidad pública.
La financiación de los campus ha sido el último de los muchos temas que se han puesto sobre la mesa. Fue la secretaria de Estado de Educación, FP y Universidades, Montserrat Gomendio, la encargada de poner en tela de juicio públicamente el mantenimiento económico de las universidades españolas tal y como está planteado actualmente.
Según la número dos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en la universidad española sobran alumnos; España tiene una de las mayores tasas de acceso a la universidad de toda la Unión Europea, dijo, y una de las tasas de matrícula más bajas, a la vez que unos impuestos bajos que no permiten mantener el sistema.
Sin embargo, estudios recientes ponen en tela de juicio la afirmación de Gomendio de que en España sobran universitarios. En un estudio realizado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) se afirma justamente lo contrario, que en España no sobran alumnos ni titulados universitarios. Lo que ocurre es que los porcentajes de alumnos matriculados en las universidades españolas se mantiene por encima de la media de la Europa de los 27 debido a que la duración de los estudios es mayor en España, y no por unas tasas de ingresos superiores.
En este trabajo se afirma que España tiene una índice de entrada de alumnos en la universidad del 46,1 por ciento, mientras que en muchos países se llega al 60, según los datos extraídos de estudios de la OCDE, que en los que también se afirma que España cuenta con el porcentaje de población universitaria que le corresponde según su nivel de PIB per cápita.
El nuevo modelo de estudios que se implantará en los próximos años con grados de tres cursos y másteres de dos podrá revertir esta tendencia, ya que habrá muchos estudiantes que se conformen solamente con la titulación de grado y no cursen la especialización.
Que la universidad no es gratis no se le escapa a nadie. Cada alumno de una universidad pública cuesta unos 10.000 euros al año, y éstos pagan entre el 15 y el 25 por ciento del coste total del curso en concepto de matrícula, según la comunidad autónoma en la que se encuentren. Por ejemplo, en el caso de Andalucía, los alumnos asumen el 15 por ciento. El resto corre por cuenta de todos los ciudadanos que contribuyen de esta manera a la formación de los titulados superiores que harán avanzar este país.
Y es precisamente en esa cuantía donde reside el problema, un montante económico de mucha entidad y que, a pesar de todo, es insuficiente para que las universidades públicas españolas se mantengan al mismo nivel que las de los países más avanzados de la Unión Europea.
El modelo actual de financiación de universidades se basa en el número de alumnos, de forma que la universidad con más estudiantes será la que más dinero reciba. Este sistema ha sido cuestionado por el propio IVIE, que propone un cambio hacia uno orientado a la eficiencia y los resultados. Y también por integrantes de la propia Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), que no ven con malos ojos que se introduzca esta nueva fórmula basada en objetivos para financiar los campus públicos españoles.
En estos términos se expresó el presidente de la Mesa de Gerentes de la CRUE y también rector de la Universidad de Jaén, Manuel Parras Rosa, que ha declarado que la financiación por objetivos es el “modelo ideal”.
Parras Rosa entiende que todo el montante de dinero que reciben los campus no debería estar ajustado a este nuevo criterio, pero sí una parte. Los objetivos sobre los que calcular la financiación de las universidades pueden ser muy variables, pactados tanto con las comunidades autónomas o con el Estado.
Estos objetivos pueden dirigirse a la consecución de objetivos estratégicos a nivel nacional mediante las convocatorias de financiación para investigación, por ejemplo. Esto, de alguna manera, ya se está haciendo con las convocatorias dirigidas a los grupos de investigación, aunque se trata de partidas dirigidas exclusivamente a financiar un proyecto concreto.
En este sentido, Manuel Parras hizo referencia a que cuando Educación convoca proyectos de investigación el criterio es por resultados, ya que “no se hace un reparto lineal en función del número de estudiantes de España, sino que hay universidades que porque tienen grupos potentes de investigación, aunque tengan un peso del 2% captan el 5% de los recursos y otras con un 4% captan un 1% nada más”.
Los grupos de investigación ya están acostumbrados a competir, llevan haciéndolo muchos años y es la manera de cómo consiguen la financiación para los proyectos científicos que realizan. Aunque en este sentido todavía se puede mejorar más, ya que por el momento no hay ningún tipo de contrapartida negativa para los investigadores poco activos de un grupo, más allá de la no consecución de la subida salarial que acompaña a la consecución de los sexenios de investigación, una manera de incentivar la producción científica de los profesores universitarios, por la que reciben un plus de 120 euros mensuales más al mes cada vez que completan un periodo de investigación activa de seis años.
La financiación por objetivos es un modelo que incentivaría el progreso y la eficiencia de los campus, una fórmula con la que se introduciría una nueva filosofía de la evaluación en las universidades españolas que acabaría con situaciones que no deberían ocurrir en la institución que genera la mayor parte de la ciencia de este país, como por ejemplo el hecho de que cerca de la mitad de los profesores no investiguen y se dediquen solamente a su tarea docente, y eso en el mejor de los casos.
Este modelo mixto se cubriría con una financiación procedente de las comunidades autónomas, que se destinaría al mantenimiento de los campus y que vendría condicionada por el número de alumnos. Por otra parte, el presupuesto se completaría con una partida procedente de la consecución de una serie de objetivos acordados previamente con la Administración. Manuel Parras reconoce que la crisis económica ha provocado que varíen las prioridades en la financiación de las universidades españolas. El objetivo fundamental desde que comenzó el recorte presupuestario en los campus ha sido el de mantener la estructura universitaria, dice el representante de la CRUE, mientas que ha habido “relajación” en las partidas vinculadas a la consecución de resultados.
“Nos tienen que financiar una parte con suficiencia financiera para hacer frente a nuestras obligaciones y misiones que cada día son más, pero somos conscientes de que una universidad progresa más en la medida en que su financiación esté basada buena parte en sus resultados”, dice Parras Rosa.
Esta nueva fórmula para la financiación de las universidades asegura, según el rector de la Universidad de Jaén, la sostenibilidad de los campus, pero al mismo tiempo la aportación que las universidades hacen a la sociedad en forma de conocimiento y transferencia, ya que quien no lo cumpla se quedaría sin una buena parte de su presupuesto.
Para Parras, este modelo garantiza por un lado la sostenibilidad y por otro, la aportación de los centros a la sociedad, ya que las universidades “que no hagan nada” perderían parte importante de sus recursos.
Desde la CRUE también se ha barajado la posibilidad de implicar a las empresas en la financiación de la universidad ya que, a fin de cuentas, ellas son las principales benficiarias de la ciencia producida en los campus, que en España representa el 69 por ciento del total.
Las universidades de este país continúan en pleno proceso de cambio buscando su modelo adecuado. La crisis lo ha puesto todo patas arriba y ha abierto la puerta a fórmulas implantadas en otros países; lo que hay que comprobar es si es posible implantarla aquí sin desmontar el sistema de universidades públicas.