Héctor Alterio y ‘La sonrisa etrusca’, a la altura de lo esperado

El misterio de un sarcófago y ‘La sonrisa etrusca’ del mismo será el comienzo de una historia llena de magia fraternal, cariño y ternura cuyo hilo conductor será el personaje interpretado por Héctor Alterio, llamado Salvatore Roncone. Una bella obra que este fin de semana despertó mil y un sentimientos a los asistentes que se dieron cita en el Auditorio Municipal Maestro Padilla. Una representación teatral basada en la novela de José Luis Sampredo, adaptada al teatro por Juan Pablo González y dirigida por José Carlos Plaza. Con Alterio a la cabeza, el reparto los completaron una entrañable Julieta Serrano en el papel de Hortensia junto a Nacho Castro, Olga Rodríguez, Israel Frías, Carlos Martínez Abarca, Cristina Arranz y Sonia Gómez Silva.

Un hombre procedente del sur de Italia, curtido en la vida tranquila de un pueblecito, rudo, machista y cabezota y con una intrahistoria repleta de lucha y dolor tras una gran guerra, se instalan en la vida urbana y cosmopolita de su hijo Renato y su mujer Andrea para ser tratado de un cáncer.

A su llegada reticente y obligada, Salvatore llega dispuesto a regresar pronto a su vida tranquila en el pueblo, pero descubre que su nieto, de trece meses, se llama Brunetino, mismo nombre que el abuelo utilizase en la clandestinidad de la lucha partisana, hecho que ablanda y endulza el carácter de su antecesor y despierta la protección de Salvatore hacia el niño. En esta obra donde las proyecciones audiovisuales impregnan de realismo la escena, Salvatore recupera flash back de su juventud y de su historia de amor con la joven rusa que hacía de enlace en la brigada en la que él colaboraba, Dunka. Sobre el escenario se van sucediendo estos recuerdos, que imprimen la parte más artística y a la vez dramática, de una obra que eclipsó a los asistentes desde el principio al final.

Así, mezclando sus recuerdos y el amor creciente a la figura de su nieto Salvatore, interpretado por un Héctor Alterio brillante, va adaptándose a la vida milanesa donde además conoce a Hortensia, una mujer viuda, también procedente del sur de Italia de la que poco a poco va enamorándose. Mientras tanto, uno de sus objetivos será sobrevivir para continuar protegiendo a su nieto y morir después de su gran enemigo, Rocasera, vecino de su mismo pueblo, que en su día asesinó al primer amor del abuelo, Dunka.

Risas, emociones y sobre todo fue la tónica general que se respiraba ayer entre el público del Maestro Padilla, quien no dejó de sonreir y disfrutar de una obra cargada de matices familiares.

Finalmente, y tras enterarse de la muerte de su máximo enemigo, Salvatore se somete a una operación para tratar su cáncer, porque ahora y tras ver cumplido uno de sus deseos, decide vivir para seguir amando a su nieto y poder casarse con Hortensia. Sin embargo, la suerte esta vez no estará de su lado, y Salvatore fallece, eso sí, no si antes haberse reconciliado con la vida de su hijo y su nuera y sobre todo con la mejor de las sonrisas, tras escuchar la primera palabra de la boca de su nieto nombrándolo a él: ‘Nono’.

Con una puesta en escena sencilla y austera, la obra consiguió captar la atención del público quien se vio inmerso en esta historia entrañable que recorrió las calles de Milán, el sur de Italia y el corazón de un personaje protagonista que se creció en el escenario y que inundó los corazones de los presentes de amor a la vida y del cariño familiar, recordando la importancia del respeto a los valores personales y del calor filial, que en el caso de Salvatore, se proyectaba en un pequeño de trece meses que le devolvió la vida justo antes morir.

 

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