Durante la campaña 2017 de excavaciones en las tumbas de los gobernadores de Elefantina, en Qubbet el Hawa (Asuán, Egipto), el grupo que dirige la Universidad de Jaén, en colaboración con la Universidad de Asuán, y con la supervisión del Ministerio de Antigüedades, llevaron a cabo un estudio mediante Tomografía Axial Computerizada (TAC) a cuatro sujetos de especial interés científico.
Se trata de dos momias completas de Baja Época con sus vendajes intactos, que conservaban sus espectaculares sudarios de cuentas de fayenza de múltiples colores, y dos momias mucho más antiguas, de finales del III milenio a.C. y la segunda de comienzos del Reino Medio, en torno a 1950 a. C., con vendajes pero reducidas a osamentas.
Las imágenes se obtuvieron en el Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital Universitario de Asuán, mediante un escáner de última generación capaz de realizar 124 cortes radiográficos de manera simultánea, con una precisión muy elevada.
El estudio de las momias comenzó en el mes de mayo, bajo la dirección de la Universidad de Asuán, representada por su Rector, Ahmed Ghallab, y por el Vicerrector de Estudios de Postgrado, Ayman Mahmoud Othman. Además, participaron en la verificación de los datos extraídos la Facultad de Antigüedades de la Universidad de Asuán, representada por el doctor Ahmed Maamon. Este estudio se realizó en estrecha colaboración con la Universidad de Jaén, de forma eficaz y precisa. La avanzada metodología empleada no ha sido invasiva y ha permitido estudiar con detalle la totalidad de las momias, mucho mejor aún que con los métodos tradicionales que siempre conllevan una pérdida de la integridad del paquete funerario, con destrucción al menos parcial de los vendajes y de parte de la momia.
La reconstrucción mediante un software específico de la Universidad de Granada ha permitido conocer el rostro y los más pequeños detalles de las momias de Baja Época: una de un niño llamado Hor-udya, según los egiptólogos del equipo, que murió en torno a los nueve años, cuando la dentición definitiva no se había completado aún; la segunda de una joven llamada Dedusatet, que falleció alrededor de los veinticinco años. Los antropólogos físicos del equipo consideran que los restos de esta mujer muestran que era poco robusta, de tipo negroide, y que en vida sufrió diversas carencias nutricionales, además de que tenía un desgaste muy acusado de los dientes. Además, consideran como más probable que ambas personas murieran a causa de un proceso infeccioso agudo. No se aprecia en ninguna de las dos huellas de traumatismos o de otro tipo de enfermedad que dejara su impronta en el hueso o en los restos de partes blandas, músculos o piel.
El estudio de los restos más antiguos, que muestran la evidencia de un cáncer de mama en una mujer y de un mieloma múltiple en un hombre, ha permitido confirmar el diagnóstico con precisión y verificar que estas enfermedades, los dos casos más antiguos de los conocidos hasta ahora en el mundo, ya formaban parte del transcurrir de los humanos en ese momento.
Asimismo, se ha podido constatar que en las épocas que se han estudiado hubo diferentes métodos de momificación en esta necrópolis de la frontera sur del Egipto faraónico, y que sólo son las momias de Baja Época las que se corresponden con las descripciones que recogió el historiador griego Herodoto.