La utilización de materiales de deshecho para la recuperación de suelos es la principal línea de trabajo del grupo de investigación Edafología Aplicada, que ha realizado labores de descontaminación en suelos afectados por metales pesados, así como de recuperación de escombreras de la industria del mármol.
Definida en los manuales como la disciplina científica que se encarga de estudiar la composición y naturaleza del suelo en relación con las plantas y el entorno que le rodea, la edafología cuenta con unos representantes destacados en la Universidad de Almería, que trabajan en ámbitos como la reparación de suelos y la detención de contaminantes. El grupo de investigación Edafología Aplicada (RNM-242) es responsable de estudios para la eliminación de contaminantes metálicos procedentes de la actividad minera almeriense, como los realizados hasta hace relativamente pocas décadas en entornos como Benahadux, Rodalquilar y la Sierra de Jarosa.
Dirigido por Inés García, el grupo fue formado en 2004 por varios investigadores que llegaron a la Universidad de Almería procedentes de la granadina. Desde su fundación, el grupo se ha marcado como objetivo la reutilización de los residuos vegetales y de la actividad de la piedra natural en la reparación de suelos contaminados, explica el catedrático del Área de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de Almería.
Gran parte de sus trabajos de investigación han consistido en el desarrollo de enmiendas y técnicas con las que reparar la contaminación en suelos provocada por la presencia de metales pesados. Gracias al empleo de residuos vegetales, estos investigadores logran fijar los metales en los lugares en los que se encuentran. ¿Qué se consigue con ello? Mariano Simón explica que mantener estas sustancias tóxicas controladas evita que se desplacen a otros lugares o que pasen a los acuíferos. Básicamente, la enmienda desarrollada a partir de materia vegetal funciona como una especie de ‘pegamento’ que atrapa a los metales.
La actividad minera en provincia de Almería ha dejado una huella imborrable en los suelos, una marca en forma de contaminación que es prácticamente imposible de eliminar, pero que sí puede estar controlada. Un suelo contaminado con metales puede recuperarse desde un punto de vista ambiental, sin embargo nunca estará totalmente limpio, ya que los metales no pueden eliminarse de la zona.
Los suelos contaminados son incompatibles con un uso agrícola, argumenta Mariano Simón Torres, ya que los metales pesados pasarían a los cultivos y desde ellos a los seres humanos, después de su consumo.
Sin embargo, hay zonas contaminadas con plomo y arsénico en la provincia de Almería, como el entorno del Cortijo del Fraile, en la cara Norte de Rodalquilar, donde se realiza una actividad agrícola que, además, tiene el sello de ecológica. En este entorno se producen lechugas, brócoli y coliflor, entre otras verduras, que podrían estar afectadas por estos tóxicos. Aunque, según explica este científico, no hay que preocuparse en exceso ya que en sus trabajos han descubierto que los contaminantes se quedan en la raíz y no llegan al resto de la planta, que es la parte que consumimos.
Otra parte de sus investigaciones van encaminadas al aprovechamiento de los lodos resultantes del corte de láminas de mármol. Con éste material fabrican una enmienda para los suelos y que mejora su capacidad para retener agua, por lo que aumenta la biodiversidad vegetal del entorno. Estos lodos han sido empleados en la restauración de canteras de mármol con muy buenos resultados.
El grupo de Edafología Aplicada de la Universidad de Almería continúa con sus líneas abiertas, para contribuir a la mejora medioambiental de los suelos, gracias al aprovechamiento de residuos agrícolas y procedentes de la piedra natural.