“El amor es un intercambio que se produce entre dos personas que se desean el bien, te hace crecer y te hace feliz”; indica Esther López Zafra, catedrática del Departamento de Psicología de la Universidad de Jaén. La profesora de la UJA aporta una definición de amor desde la perspectiva del bienestar, ya que en psicología social “el amor es tratado desde el punto de vista de las relaciones interpersonales”. “Tiene una parte de atracción física, íntimamente unida a conexiones cerebrales y del sistema nervioso, pero también una parte de construcción social, relacionada con el aprendizaje social ante cómo se expresan las emociones y cómo se interpretan por cada persona”, explica.
En ese sentido, en el ámbito de la psicología social se habla de distintos tipos de amor. “Científicamente se ha demostrado que el amor no es solo uno, sino que hay distintas formas de amar. La clasificación más exacta es la que formuló Robert Sternberg, que definió hasta 7 formas de amor en función de tres conceptos: la intimidad, la pasión y el compromiso”, argumenta Esther López Zafra. “Los seres humanos tenemos mucha capacidad de amar ante distintos estímulos. En el caso concreto del amor de pareja, está comprobado que el amor evoluciona y pasa por diferentes fases. Por ejemplo, en la primera fase de enamoramiento existe un correlato psicofisiológico muy fuerte, que luego se va transformando y que, dependiendo de cada pareja y sus necesidades, se manifiesta de una manera u otra”, señala.
San Valentín, construcción social en torno al amor romántico
La celebración de San Valentín fue originada y promovida por unos grandes almacenes a mediados del siglo XX. “Es una festividad que estudiamos dentro del concepto de influencia mayoritaria. Cuando una mayoría de personas se pone de acuerdo para celebrar algo se produce una construcción social. Por lo tanto, San Valentín es sin duda una construcción social, acrecentada además por los impactos publicitarios, la televisión y ahora por las redes sociales”, indica Esther López Zafra.
“La influencia de las redes sociales magnifica en general la necesidad de manifestar felicidad por parte de las personas sin motivo alguno, solo por aparentar ante los demás. Si lo trasladamos a San Valentín, esa presión social se incrementa y puede tener efectos emocionales negativos tanto en las parejas como en personas sin pareja”. Por ello, en la valoración de la celebración o no de San Valentín dentro de una pareja, opina que debe partir de un acuerdo consensuado por parte de las dos personas, para evitar que un malentendido produzca decepciones en una de las dos partes.
La experta en Psicología Social argumenta que para la buena salud de una relación es recomendable que este tipo de detalles y gestos sean continuados, se produzcan en distintos momentos, y no solo puntualmente en una fecha conmemorativa como el 14 de febrero. “Si se queda solo en ese día, en solo una manifestación social para que los demás lo vean, podríamos estar hablando del ‘postureo’ del amor. Es algo típico de relaciones tóxicas que realizan estas manifestaciones de cara a la galería, pero en la intimidad viven una relación de dominancia, dependencia e incluso violencia. Por eso, las parejas que suelen tener más éxito y duración son en las que se producen detalles y sorpresas inesperadas que generan felicidad a largo plazo”, concluye.