Un equipo de paleontólogos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), ha descrito por primera vez la columna vertebral de Magericyon anceps, un mamífero carnívoro extinto que vivió en España hace unos 9 millones de años. Los fósiles han aparecido en los yacimientos del Cerro de los Batallones y su análisis revela que los miembros de esta especie eran grandes depredadores.
La especie Magericyon anceps vivió en España durante el Mioceno superior, hace unos 9 millones de años, y fue uno de los últimos representantes de la extinta familia Amphicyonidae, un grupo de carnívoros de talla media a grande, que fueron muy abundantes y diversos en las comunidades de mamíferos desde el Eoceno superior hasta el Mioceno medio (hace entre 38 y 12 millones de años). “Magericyon anceps es uno de los anficiónidos mejor conocidos gracias a la abundancia y estado de conservación de los fósiles encontrados en los yacimientos del Cerro de los Batallones”, indica Mauricio Antón, uno de los firmantes del artículo y autor de diversas reconstrucciones de la apariencia en vida de esta especie. “Concretamente en Batallones-1 se encontró el esqueleto articulado de un individuo adulto, cuya columna vertebral es una de las más completas y mejor conservadas de este grupo de carnívoros a nivel mundial”, añade Manuel Salesa, investigador del MNCN y coordinador del equipo.
“En el estudio, analizamos dos regiones de la columna vertebral que tienen un papel muy relevante en su movilidad y estabilización, funciones estrechamente relacionadas con la locomoción y, en los depredadores, con el método de captura de las presas: las áreas toracolumbar y sacrocaudal”, explica Gema Siliceo, la autora principal del trabajo. “La morfología de la región toracolumbar de M. anceps indica que la zona lumbar mostraría una marcada rigidez y un gran desarrollo de la musculatura, lo que sugiere que la espalda de este carnívoro estaba preparada para soportar las tensiones extremas que se habrían generado durante diferentes actividades como la carrera o durante los esfuerzos para dominar y matar una presa”, señala la investigadora.
“Durante la caza, la espalda y extremidades posteriores de un depredador sufren fuertes tensiones, ya que son las que soportan todo el peso y proporcionan estabilidad mientras éste trata de controlar a su presa con las extremidades anteriores. Por lo tanto, una zona lumbar fuerte es muy ventajosa en estas situaciones. Además de esto, M. anceps tenía una larga y musculosa cola, que le ayudaría a mantener el equilibrio durante dichas actividades”, añade Gema Siliceo. “Todas estas características sugieren que M. anceps fue un depredador muy potente, preparado para resistir fuertes tensiones. Este estudio apoya nuestra hipótesis de que estos mamíferos estarían adaptados a capturar y dar muerte rápidamente a presas que ocuparon ambientes relativamente vegetados”, concluye Manuel Salesa.