La rana toro, el jacinto de agua, la avispa asiática o el visón americano son solamente algunas de los cientos de especies invasoras que se han instalado en los ecosistemas europeos y que han alterado el equilibrio natural en estos entornos. Ahora, un estudio internacional liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) analiza la exposición de los hábitats europeos al impacto de 94 especies de animales y plantas invasoras.
Un estudio internacional, publicado en Nature Communications, alerta sobre los riesgos que suponen las especies invasoras para la provisión de servicios de los ecosistemas en toda Europa. Por primera vez se ha realizado un análisis espacial exhaustivo sobre la exposición de los hábitats europeos a la invasión, lo que ha permitido identificar regiones críticas para la conservación de servicios vitales para el medioambiente, la salud y el bienestar de la sociedad. El trabajo está liderado por el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y cuenta con la participación de científicos de nueve centros internacionales.
La investigación se ha centrado en evaluar los riesgos actuales y potenciales que plantean 94 especies invasoras -32 plantas terrestres, 29 animales terrestres, 20 animales de agua dulce y 13 plantas de agua dulce-, todas ellas incluidas en la Lista Europea de Especies Invasoras preocupantes para la Unión y el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras.
Qué daños provocan las especies invasoras en los ecosistemas
La investigación destaca una mayor vulnerabilidad en servicios como la retención de nitrógeno y la provisión de cultivos, frecuentemente ubicados en áreas que sufren el impacto de actividades humanas, donde la introducción de especies invasoras es más probable.
Este es el caso de plantas acuáticas como el camalote, la cola de zorro y la lechuga de agua, las cuales forman densas colonias que afectan a la depuración y explotación del agua precisamente en las zonas agrícolas y urbanas que más lo necesitan del centro y sur Europa. Y animales como el coipu, el mapache o el coati, afectan a la producción de alimentos en Centroeuropa además de ofrecer un reservorio de enfermedades que afectan a la salud humana.
Si no se toman medidas por parte de los respectivos estados, señalan los científicos, las zonas ricas en biodiversidad y servicios ecosistémicos podrían volverse aún más vulnerables a medida que las especies invasoras se expandan y lleguen otras nuevas, tendencia que se verá intensificada por el cambio climático y el aumento del comercio y turismo global.
“Observamos una clara discrepancia entre las áreas más expuestas a la invasión, y aquellas que proporcionan una mayor cantidad y diversidad de servicios ecosistémicos. Esto tiene sentido porque las especies invasoras se introducen por primera vez en zonas muy alteradas y habitualmente con poco valor ambiental. Pero las especies se mueven, y acaban alcanzando zonas de enorme valor para la conservación de funciones esenciales que soportan nuestro desarrollo socio-económico, desde la depuración del agua hasta la producción de alimentos y la mitigación de inundaciones”, explica la investigadora del CSIC.
Cómo se han evaluado los riesgos que representan las especies invasoras
Para evaluar los riesgos ambientales que representan las especies invasoras se ha utilizado la información más reciente sobre la presencia de estas especies, junto con modelos estadísticos que predicen su expansión futura, para evaluar la exposición presente y futura de siete servicios ecosistémicos clave: mantenimiento del hábitat, retención de nitrógeno, la retención del suelo, el control de inundaciones, la provisión de cultivos y madera, y el turismo al aire libre.
El estudio prevé un aumento promedio del 77% en las áreas susceptibles de ser afectadas por especies invasoras en toda Europa, lo que subraya la creciente amenaza que suponen. Además, el trabajo identifica regiones específicas que combinan un alto riesgo de invasión con una alta provisión de servicios ecosistémicos. Estas regiones, que cubren entre el 0% y el 13% de la superficie de Europa dependiendo del servicio analizado, se señalan como prioridades para la conservación.
El estudio aporta información relevante para la aplicación de políticas estatales así como para la Estrategia Europea de Biodiversidad 2030. “La investigación exige un cambio en la forma en que las políticas públicas abordan la gestión de las especies invasoras. Tradicionalmente centradas en la conservación de especies nativas, las estrategias de gestión deben ampliar su enfoque para incluir bajo ese paraguas protector a servicios ecosistémicos vitales para el bienestar humano”, subraya Gallardo.
En esta investigación, además de los científicos del IPE-CSIC, han participado expertos de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), la Universidad de Córdoba, la Universidad de Sevilla, la Universidad de Fribourg (Suiza), la Universidad de Oporto (Portugal), la Universidad de Grenoble Alpes, la Universidad Savoie Mont Blanc (Francia) y la Universidad de California, de Irvine (Estados Unidos).