La cultura de la violación y la violencia que sufren las mujeres son los temas principales que se abordan en La cultura de la violación a debate: Mitos y realidades, un trabajo multidisciplinar editado por la Universidad de Huelva, en el que se advierte de la creciente “pornificación de la cultura desde un evidente desprecio hacia las mujeres, sus cuerpos y sus sexualidades”.
El libro, presentado este miércoles en la Universidad de Huelva, es resultado de las actividades de transferencia de investigación de la Cátedra de Estudios de Género Clara Campoamor, en colaboración con diversas instituciones y el tejido asociativo de Huelva.
“Una de las formas de violencia de género que resulta cada vez más evidente y alarmante es la llamada cultura de la violación. Casos tan mediáticos como el de `La manada´ en los Sanfermines de 2016 y otros muchos como el del Colegio Mayor Universitario Elías Ahúja de Madrid en octubre de 2022 demuestran la necesidad de una investigación rigurosa sobre las causas que han provocado y provocan esta lacra social, que nos permitan comprender el fenómeno en toda su complejidad para así poder proponer medidas eficientes para su prevención y posterior erradicación”, en opinión de las editoras Mar Gallego y Yulia Ivashkina.
En este sentido, la citada publicación presenta una aproximación al fenómeno contemporáneo de la cultura de la violación desde una perspectiva multidisciplinar. En primer lugar, se parte de la premisa que la violencia de género es una vulneración de los derechos humanos y, por tanto, debe ser perseguida. La cultura de la violación es, además, un instrumento utilizado por el sistema patriarcal contra las mujeres.
Temas especialmente relevantes dentro de esa cultura de la violación son “el vínculo que se establece entre la aceptación de los mitos de la violencia sexual, concretamente de los mitos de la violación, y las creencias sexistas, la erotización de la violencia, la edad cada vez más temprana de inicio de consumo de pornografía, o la justificación del agresor y la asignación de la culpabilidad a la víctima”, explican las editoras. También se analizan la normalización y banalización de la violencia, y la relación entre la cultura de la violación y las actitudes hacia la trata y hacia el propio consumo de la prostitución, entre otros temas.
“Podemos afirmar que en el transcurso de nuestra investigación también han surgido otros elementos muy destacados como las diversas formas en que la cultura patriarcal -basada en marcadas asimetrías y roles de género- continúa cosificando, hipersexualizando y mercantilizando a las mujeres, a la vez que intenta controlar y disciplinar sus cuerpos a través de nociones de culpa y castigo. Además, se constata una creciente y preocupante pornificación de la cultura desde un evidente desprecio hacia las mujeres, sus cuerpos y sus sexualidades. A ello hay que sumar una clara cultura de la impunidad dado el número bajo de denuncias y de imputaciones a los agresores”, subrayan.
Por ello, “creemos que es imprescindible romper con todos estos mitos y estereotipos dando voz a las mujeres supervivientes y, por tanto, denunciando, deslegitimando y desacreditando los discursos dominantes generados por la propia cultura de la violación. Es necesario repensar los conceptos de femineidad y masculinidad y las relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres”.
De igual modo, “resulta clave profundizar en la cultura del consentimiento y reescribir las narrativas maestras sobre las sexualidades y la propia noción del deseo. Es urgente una concienciación real y un debate social de las enormes dimensiones de esta problemática para intentar lograr desmantelar dicha cultura de la violación y facilitar el empoderamiento femenino”, concluyen.
La publicación se ha estructurado en torno a tres líneas de investigación fundamentales: en primer lugar, la indagación en los aspectos psicosociales que promueven la cultura de la violación y cómo combatirlos; en segundo lugar, el análisis de la evolución de la legislación internacional y estatal sobre esta temática y la necesidad de una reforma integral del tratamiento jurídico de los delitos sexuales y, por último, el estudio de los diversos modos en que las representaciones culturales contribuyen a visibilizar la realidad de la cultura de la violación en la que nos hallamos inmersos y a luchar contra las terribles consecuencias de esa cultura proponiendo posibles alternativas.