El Instituto Cervantes inaugurará el martes su centro de Shangai, el segundo de China tras el de Pequín inaugurado en 2006
La red CANOA, centros culturales iberoamericanos que deberían de trabajar juntos para la internacionalización de la cultura en español, lleva desde 2020 sin publicar una sola noticia en su página web institucional.
Según un informe de la Fundación Telefónica, el español es la quinta lengua en artículos indexados en español, con sólo el 0,24% frente al 97% del peso del inglés.
De los 600 millones de personas que hablan español en el mundo, la lengua materna más importante del mundo tras el chino, sólo 45 millones residen en España. Países como Méjico cuentan con 130 millones de hispanohablantes. En el mismo Estados Unidos hay más hispanohablantes que en España. E incluso países como Colombia también superan a España en número de hispanohablantes en varios millones.
Sin embargo la promoción internacional de España depende de España prácticamente en solitario. En junio de 2020 varias instituciones hispanas se unieron para aunar fuerzas en la titánica tarea de combatir en la Liga de Campeones de las lenguas francas del mundo. El Instituto Cervantes de España, el Centro Cultural Inca Garcilaso (Perú), el Instituto Caro y Cuervo (Colombia) y la Universidad Nacional Autónoma de Ciudad de México se unieron para la puesta en marcha de Canoa, la primera red panhispánica para internacionalizar la cultura en español.
El proyecto CANOA se engendró en marzo de 2019 en el Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado en Córdoba (Argentina). Los cuatro centros fundadores coincidían entonces en señalar que la expansión del español y de su diversidad cultural «permitirá al conjunto de países que integran el polo panhispánico afianzar sus valores compartidos» y afirmar su idioma como «vehículo e instrumento para el desarrollo económico, social, científico, técnico y cultural».
Sin embargo cuatro años después la Red continúa congelada como puede verse en la página web oficial del organismo. Desde octubre de 2020 no hay una sola noticia de actualidad del mismo. Y el resto de la página institucional no hace aventurar actividad alguna.
El español es una de las tres megalenguas del mundo, junto al inglés y al chino mandarín. Según el profesor Carlos Leáñez Aristimuño «todos los hispanohablantes somos dueños de la lengua española, no un asunto propio de España y donde el resto de los países hispanohablantes son inquilinos». Sin embargo la realidad es bastante distinta. Mientras el Instituto Cervantes español tiene sedes en noventa ciudades de 45 países, el Instituto Caro y Cuervo de Colombia apenas cuenta con una delegación en el propio Instituto Cervantes en España. El Centro Cultural Inca Garcilaso de Perú no cuenta con ninguno. De hecho, ni siquiera en la información que aparece en la web de estas instituciones las mismas dicen que entre sus objetivos esté promocionar el español en el mundo.
Méjico es el principal país hispanohablante del planeta. Cuenta con casi 130 millones de habitantes, pero su acción exterior en la promoción de la lengua común de 600 millones de habitantes queda muy lejos de la que realiza España. Actualmente la Universidad Nacional Autónoma de México cuenta con doce sedes en ocho países de tres continentes. Y sus funciones son muchas otras aparte de la difusión del español.
Con esos mimbres, el país que apenas representa el 8% de hispanohablantes del mundo, inaugura este martes el Instituto Cervantes de Shangai, el segundo de China tras la inauguración en 2006 del de Pequín. Esfuerzos ínfimos y atomizados para intentar siquiera incomodar a la lengua omnipresente en todo el mundo, el inglés, que observa plácida la balcanización del mundo hispano, hasta en la promoción exterior de su idioma común.
China es clave para el español. No sólo hay unos vínculos históricos fruto de siglos en contacto con el mundo hispánico a través de la ruta del Galeón de Manila que unió al mundo durante 250 años. O de la primera moneda global de la historia, el Real de a Ocho, que fue incluso reacuñada en el país debido a su aceptación.
Por encima de los vínculos históricos hay una razón geográfica y económica de muchísimo peso. Por un lado el mundo hispano ocupa todo el frente pacífico del continente americano desde el polo norte al polo sur al otro lado del Pacífico, por lo que es un socio comercial prioritario. Por otro, son un mercado homogeneo de 600 millones de habitantes que viven en un territorio unido geográficamente, aunque no políticamente.
Además, sostiene Carlos Leáñez Aristimuño, China necesita una lengua indoeuropea para internacionar su economía porque el chino mandarín es varias veces más difícil de aprender para cualquier ciudadano del mundo que cualquier lengua indoeuropea. «Y de las civilizaciones que apadrinan una lengua global la hispana es la única que nunca le ha agraviado», asegura Leáñez Aristimuño. Que China acoja en masa el español como lengua extranjera en su sistema educativo es clave para el futuro del español frente al inglés. Pero resulta difícil de convencer a un gigante de ello cuando las élites que tienen que defender su lengua se encuentran a camino entre los discursos paralizantes, los complejos de inferioridad y la promoción del autoodio.
Un ejemplo de ello lo hemos visto hace unas semanas en Brasil con el intento del gigante lusófono de reimplantar el español en la enseñanza secundaria del país. Medida echada atrás por un país de más de doscientos millones de habitantes por las presiones recibidas por las embajadas de Francia, Alemania e Italia, y con el silencio cómplice de España y del resto de países hispanos. Una historia que se viene repitiendo con los mismos actores y el mismo resultado desde 1956 cuando Juscelino Kubitschek, presidente en la época, le solicitó al Congreso Nacional de Brasil que elaborara un proyecto de ley para la inclusión del español en la malla curricular escolar. Nuevamente ese proyecto no pudo ser llevado a cabo debido a intervenciones político-culturales de Francia e Inglaterra.
Español en la ciencia, otro cimiento de barro
Si la promoción exterior del español es sólo cosa de España, al español no le va mucho mejor en sectores estratégicos como el de la ciencia. Según un informe de la Fundación Telefónica, el español es la quinta lengua en artículos indexados en español, con sólo el 0,24% frente al 97% del peso del inglés.
El español es una lengua global hablada por cerca de 600 millones de personas. Pero su peso científico es nulo comparado con el inglés. Según el Instituto Cervantes «la producción científica agregada de Estados Unidos, Canadá, Australia y el Reino Unido es siete veces superior a la generada por el conjunto de los países hispanohablantes».
Según la obra El español, lengua de comunicación científica, editado por la Fundación Telefónica y la editorial Ariel, en la base de datos SCI, que indexa 8.300 revistas especializadas de 150 disciplinas científicas, el 97% de sus más de siete millones de artículos publicados entre 2005 y 2010 está en inglés. El alemán es el segundo idioma, con un porcentaje inferior al 1%. Y el español aparece como quinta lengua, con un ínfimo 0,24% de las publicaciones.
Por ello los países hispanohablantes deben promover revistas donde puedan indexarse artículos de los miles de científicos repartidos en más de una veintena de países que trabajan en español. Y eso es así por dos motivos: porque las publicaciones de referencia están en esa lengua, y porque los artículos de impacto que reconocen los méritos académicos del científico y que le permiten su promoción profesional, sólo puede hacerlo en esa lengua.
Según el catedrático de la Universidad de Murcia, José Antonio Oller Berber, el 60% de los méritos que reconoce la ANECA a los investigadores para reconocerles la excelencia de su trayectoria científica durante los últimos seis años está vinculado a este factor. Es decir, indexar artículos en publicaciones de calidad. Y la inmensa mayoría de éstos se publican en inglés. De esta forma esta lengua acapara la práctica totalidad de la producción científica hispana, aunque la investigación se haya realizado en español o en otra lengua.
Desarrollar una Inteligencia Artificial, en español
Posicionar al español en las tecnologías del lenguaje es otro de los restos a los que se enfrenta el español. Según el profesor venezolano Carlos Leáñez Aristimuño «El tiempo apremia. En el tiempo que se escriben estas líneas Microsoft, Google y Open AI usan la Intelingencia Artificial para convertir lo que decimos en macrodatos y toman decisiones instantáneas. Lo más probable es que estas herramientas desplacen al único elemento de vertebración con que ahora mismo cuenta la lengua española, como son las Academias de la Lengua».
Según este profesor, miembro de IPEG, «la postura de las Academias del español en el mundo digital es como ver molinos donde en realidad hay gigantes tecnológicos, armados con herramientas tecnológicas de un potencial inimaginable. Los instrumentos tradicionales de política lingüística, los diccionarios, gramáticas y ortografías, tienen un impacto muy reducido en comparación con este arsenal intelingente».