Fue a partir de ese momento cuando las instituciones comenzaron a interesarse por la astronomía de una manera más firme, y apostaron por crear organismos que aglutinaban a expertos en la materia. El Centro Superior de Inverstigaciones Científicas fue uno de los pioneros en fomentar estas investigaciones en nuestro país. Y sorprende, al menos así lo confesaba José María Quintana, que las universidades se mantuvieran al margen de este interés. Incluso los mismos campus no estaban nada actualizados en sus enseñanzas y seguían apostando por la astronomía matemática en vez de por la astrofísica, una ciencia que se ha consolidado como la más adecuada para estudiar las estrellas.
En 1975 se creó el Instituo Andaluz de Astrofísica, en Granada, una institución que nació sin el apoyo de la Universidad de Granada, pero que con unos medios muy precarios llegó a alcanzar metas que otros científicos habían conseguido con mucho más presupuesto. La clave estuvo en el tesón y en el interés por contar con una voz propia en Astronomía.
Durante todo este tiempo, la astronomía en España ha cambiado mucho, tanto que nuestros científicos se codean con la élite y nuestros observatorios son lugares privilegiados a los que llegan astrónomos y astrofísicos de todo el mundo.
Antes de estas fechas, España no tuvo ningún papel en la astronomía internacional. No había escuelas que sentaran tradición, aunque sí que hubo algunos personajes que destacaron en la materia, pero de forma aislada. No como ocurría en otros países europeos, donde a partir de los XVI y XVII comenzaron a nacer escuelas de astronomía.
En España, uno de los primeros impulsos llegón con Carlos III, que impulsó la creación del Observatorio de San Fernando, una institución muy retrasada con respecto a lo que había en Europa, pero que abría un camino más que interesante. Este interés por la astrononía surgió por la necesidad de avanzar en las técnicas de navegación, posicionamiento y cálculo de tiempo, que tenía la flota española.
Otro de los hitos importantes coincidió con la crisis del 98, la pérdida de las colonias, que provocó que muchos técnicos, entre ellos muchos astrónomos, regresaran a España y continauran aquí su labor. Fue en esta época cuando nacieron varios observatorios, como el de Cartuja, en Granada; el de la Universidad de Valencia; y el de Frabra. Para su nacimiento tuvieron mucho que ver los eclipses de 1900 y 1905, que consiguieron despertar el interés de la astronomía entre la comunidad científica y la ciudadanía en general.