Antonio Barrientos, profesor del grupo de Robótica y Cibernética de la Universidad Politécnica de Madrid ha explicado hoy a los alumnos que participan en este curso de verano las diferentes categorías de los robots aéreos y su clasificación según el tipo de aeronave. Barrientos, uno de los principales investigadores en nuestro país en este campo, ha mostrado ejemplos de desarrollos españoles, como el de una empresa de Guipúzcoa que ha creado un avión autónomo que se está utilizando en la actualidad para localizar en alta mar bancos de atunes.
Los robots aéreos pueden tener mucha utilidad en áreas como la protección civil o la seguridad ciudadana y también con todo lo que tenga que ver con las imágenes aéreas. Sin embargo, todavía no existe legislación al respecto que autorice el uso de estos robots, que en realidad se denominan “vehículos aéreos autónomos”. Aunque en el sector militar se llevan utilizando desde hace décadas, su aplicación en el sector civil es más limitada precisamente por la falta de una legislación al respecto, ya que al no estar autorizados, las empresas no pueden usar este tipo de robots y no invierten en su desarrollo.
Barrientos también ha hablado esta mañana de las investigaciones que se están haciendo para aumentar, por ejemplo, la autonomía de vuelo de los robots aéreos o la instrumentación de estos aparatos y ha mostrado a los alumnos algunos ejemplos de vehículos aéreos autónomos que se están usando en agricultura para detectar a través de imágenes aéreas falta de nutrientes o de riego.
Tanto Barrientos como Manuel Ferre, el investigador que ha expuesto en este curso las aplicaciones de la telerrobótica, forman parte del plantel de expertos (alrededor de un centenar) que ha situado a nuestro país en tercer lugar en Europa en investigación en robótica, solo después de Alemania y Francia y al mismo nivel de otros países como Gran Bretaña o Italia.
Sin embargo, y aunque en número de publicaciones, tesis doctorales, artículos, congresos o proyectos de investigación, la posición de nuestro país es buena a nivel internacional, sigue faltando, como así apuntaban hoy estos investigadores, la transferencia del conocimiento a la industria. Esa sigue siendo la asignatura pendiente, “transformar la investigación en productos industriales”, como reconocía Manuel Ferre.
Este profesor del grupo de Robótica y Máquinas Inteligentes de la Universidad Politécnica de Madrid ha hablado de las aplicaciones de la telerrobótica, tradicionalmente vinculada con el sector espacial y el submarino y para el tratamiento a distancia de materiales tóxicos. En la actualidad, la telerrobótica ha incorporado nuevas aplicaciones como la telecirugía o el mantenimiento a distancia de instalaciones y también otras más desconocidas como la ayuda a personas a distancia, la toma de muestras de datos de diferentes áreas, la ayuda a la exploración en zona de catástrofes y aplicaciones para operaciones de rescate o de búsqueda.
“La telerrobótica se aplica cuando hace falta que una persona tome decisiones en la actuación de un robot. Cuando los computadores y los algoritmos que tenemos no son suficientes para que el robot haga las funciones adecuadas, una persona es la que entra dentro del bucle de control y toma esas decisiones”, explicaba Ferre esta mañana. En cirugía, la telerrobótica se aplica constantemente: es difícil que un robot haga una operación de forma automática y siempre es el cirujano el que tiene el control y quien guía a la máquina.