Mar Romera: “En un sistema educativo en el que tendemos a la homogeneización nos perdemos muchas fortalezas”

La Fundación Eduarda Justo impulsa el Máster en Innovación Educativa. Modelo pedagógico ‘Educar con las 3 Ces: Capacidades, Competencias y Corazón’ y un proyecto con centros educativos para promover un modelo docente basado en la innovación y en la potenciación de las posibilidades de cada alumno.

Mar Romera.

En esta entrevista, su directora, Mar Romera, explica los detalles de este programa formativo dirigido a docentes, con el que la fundación del Grupo Cosentino pretende cambiar la forma de trabajar en las escuelas e institutos de la almeriense Comarca del Mármol.

Este máster no es uno más, sino que es la punta del iceberg de un proyecto más ambicioso, ¿qué se persigue con todo el proyecto?

El objetivo del máster es iniciar un proceso de transformación educativa en la zona, basado en el modelo 3C, que a su vez se basa en neurociencia y pedagogía emergentes. Se persigue un cambio estructural, que signifique la reestructuración de todos los elementos del currículo. Un cambio de metodología, que implique transformaciones en tiempos, espacios, incluso en la estructura básica de las asignaturas.

Pedagogos y docentes idean proyectos muy ambiciosos que se quedan en nada tras chocar con las estrecheces de la Administración, ¿qué margen de actuación hay para poner en marcha esta iniciativa?

El máster recibió el apoyo del consejero de Educación, Javier Imbroda. Y como plan de innovación, siempre apoyándonos en la normativa que establece la autonomía pedagógica de los centros, sí hay margen de actuación para poner en práctica este modelo. Como propuestas propias de innovación de cada uno de los centros y de su proyecto educativo.

¿Cuál es la línea fundamental del máster y, en general, de este proyecto de innovación educativa?

El objetivo fundamental es partir de la fortaleza del alumano. Y desde ahí, el diseño de prácticas de aprendizaje, más que de enseñanza. Esto nos lleva a plantear un modelo educativo basado en la responsabilidad individual y la autonomía, de tal manera que se nos permita que cada chicho, que cada chica pueda encontrar su mejor versión, desde sus fortalezas y potencialidades. Estaríamos hablando de un enfoque personalizado de la educación. Saltamos de un modelo disciplinar a uno transdisciplinar, saltar del control a la confianza, de la calificación a la evaluación integral, y de los modelos estandarizados a la personalización.

Mar Romera en el Foro de la Educación de la Fundación Eduarda Justo.

¿En este modelo habría notas de calificación?

Es un modelo que entiende la evaluación para la mejora, no para calificar el alumnado. Las notas de los estudiantes no nos dicen nada, sobre todo no nos dicen nada sobre hacia dónde mejorar. En un sistema educativo en el que tendemos a la homogeneización nos perdemos muchas fortalezas. El apostar por la diferencia, por que cada persona pueda encontrar sus fortalezas y, a partir de ahí, no pretender que todo el mundo haga lo mismo, a la vez y por el mismo sitio; sino que todo el mundo pueda encontrar aquello para lo que es mucho mejor, que es lo que la sociedad finalmente agradece.

Póngame algunos ejemplos.

Si tu gran fortaleza es la comunicación, por qué no permitirte que seas muy bueno en comunicación, sin la necesidad de obligarte a que seas muy bueno, por ejemplo, en matemáticas. El enfoque global del modelo educativo está basado en las habilidades propias del ser humano, muy diferente a las habilidades de una computadora, es decir, el pensamiento crítico, la toma de decisiones, la creatividad, la resolución de problemas, el emprendimiento, la innovación… y todo esto mediante las tres C: capacidades, competencias y corazón. Capacidades como fortalezas, competencias como habilidades ejecutables y corazón partiendo de la base de que el ser humano se diferencia del resto de las especies por su capacidad para gestionar las emociones, dado que la emoción es primero que la razón..

En parte, el fracaso escolar llega al pedirle a todos lo mismo, ¿no?

No solo no están preparados o dispuestos a dar lo mismo, sino que nos perdemos los grandes talentos. El objetivo es minimizar lo que conocemos como fracaso escolar, porque éste no es un fracaso de estudiante, sino del sistema. Dentro de un sistema de educación obligatoria no tendríamos derecho a que un estudiante fracase. Sino que tendrían el derecho a encontrar las mejores circunstancias para conseguir su mejor versión. Todos tenemos la necesidad de tener unos mínimos, pero también es necesario potenciar y desarrollar los talentos, de la misma manera que se debe apostar por la diversidad como recurso del sistema y no un sistema que tienda a la homogeneización, porque si tendemos a lo homogéneo tendemos a lo mediocre.

¿Esto casi supondría hacer una escuela para cada estudiante, o no?

Dentro del modelo se recoge la teoría de las inteligencias múltiples. No hay dos personas iguales, con las mismas fortalezas y los mismos intereses, y tampoco podemos hacer una escuela para cada persona, pero sí una escuela que facilite el que cada persona pueda desarrollar todas sus fortalezas de la mejor manera posible. Una escuela que escucha, que enseña desde el cerebro del que aprende y no desde el cerebro del que enseña. Una escuela que, de alguna manera, pone en el centro al alumnado y no a la asignatura o al profesorado. La escuela que se ocupa del ser frente al saber, porque cuando el ser se trabaja y se tiene como principal recurso, el saber llega solo.

Seguramente en las facultades de Educación se trabajan estos aspectos, pero al final seguimos como siempre, ¿por qué?

La cuestión está en cómo hemos sido formados. De tal forma que yo no enseño lo que sé, sino lo que y cómo se me ha enseñado. Entonces, por mucho que se ha estudiado una pedagogía diferente, como no ha sido aplicada… Romper el sistema es muy complicado. Por otra parte, la formación inicial del profesorado es muy deficitaria y la estructura de los sistemas educativos es muy inmovilista. La misma estructura competitiva de la sociedad nos lleva que como familias no seamos capaces de pensar en comunidad, sino que pensamos para nuestros hijos, entramos en modelos competitivos, cuando la clave sería entrar en modelos colaborativos.

Dentro de todo lo malo que ha traído la pandemia y el confinamiento hay un saco de oportunidades, ¿se han aprovechado?

La pandemia nos ha pillado de nuevas a todos. Si pretendemos trasladar el sistema tradicional al formato on line hemos cometido el más grave de los errores. La infancia ha sido la gran olvidada del sistema en la fase de confinamiento y en la de desescalada. Con la educación nos estamos jugando la economía a medio plazo. Hemos consultado con muchos niños y la mayoría no quiere volver al cole. Y quienes quieren volver, lo quieren hacer por los amigos y compañeros. Ha sido una oportunidad para poner en práctica un modelo educativo diferente. Podían haberlo enfocado de otra manera, haber convertido sus casas en laboratorios, haber comprendido el cambio climático, lo que significa una dieta equilibrada, lo que significa una economía familiar o lo que significa una convivencia… sin embargo, esto que era una gran oportunidad lo hemos desperdiciado en repetir pdf, deberes clásicos, que lo único que han hecho ha sido angustiar a niños y niñas. Por otra parte, dentro de las distintas instituciones se habla de que hemos perdido un 20-25% de chicos, porque no se han conectado, no porque los profesores y maestros no hayan hecho el esfuerzo. Esto es así, pero esos chicos ya estaban perdidos antes.

Mar Romera en los Cursos de Verano de la Universidad de Málaga.

Educamos a los niños y niñas, ¿pero qué deberían aprender los progenitores?

Las tareas las han hecho los padres, la angustia ha sido importante, los niveles de conexión con teletrabajo, niños… ha sido una locura en las familias y esto tampoco se ha tenido en cuenta. Pero las familias, por otra parte, todavía no son conscientes y prefieren la competitividad, aunque lo pasen muy mal. De ahí vienen las tres C: en casa, en el colegio y en la ciudad. Es decir, no podemos trabajar solo en un ámbito. Las familias deben entender que necesitamos a toda la comunidad para educar a un niño. Igual que necesitamos recuperar las ciudades para ellos, donde sean los protagonistas.

La sociedad digital obliga a cambiar la educación, ¿cómo se puede hacer?

No podemos competir con lo que hacen los robots, tenemos que potenciar las habilidades propias del ser humano y el confinamiento ha sido una gran oportunidad para hacerlo. El utilizar la cocina como un gran laboratorio, o usar la economía familiar como un ejemplo de matemáticas. Sin embargo, nos hemos ido a nuestra zona de confort y hemos enviado una serie de operaciones repetitivas. Repetir el algoritmo no tiene ningún sentido, cuando lo que tiene sentido es entender el concepto de la operación, ya sea una división, una raíz cuadrada o una multiplicación. El modelo educativo no tiene que ser competitivo con los robots, sino que debe potenciar, por encima de todo, aquellas habilidades que son propias del cerebro humano, que son la creatividad, la innovación, el emprendimiento, la superación del fracaso, la toma de decisiones… y aquí debemos entrar desde una base de conocimiento amplia. Queremos un nivel cultural que nos permita ser críticos, personas que interpreten lo que leen y no solamente descifren un código. Y es ahí donde debemos incidir, porque la maravilla está en nuestro cerebro. Tenemos una gran posibilidad de hacer cosas. Si podemos diseñar un modelo de innovación educativo para esta comarca, esto se puede hacer en otros sitios, pero se necesita el compromiso de los centros, los ayuntamientos, los medios de comunicación, los docentes… para buscar la excelencia. Necesitamos recursos, sí, pero necesitamos más compromiso que recursos.

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