Pocos habían reparado en la maestría de los trazos y en la dulzura de los gestos. Ni si quiera la propia cúpula de la Iglesia que, pensando que el cuadro tenía un valor escaso, cedió la obra para que fuera expuesta en la iglesia almeriense, donde pasó cerca de un siglo.
El cuadro llegó al Museo del Prado en 1872, catalogada como una obra anónima, fechada en el siglo XVII y atribuída a la escuela madrileña. Fue, tras esa primera valoración, cuando el cuadro fue enviado a Cantoria, donde pasí cerca de un siglo.
En 2003, coincidiendo con una gran exposición que la pinacoteca dedicó al pintor veneciado, cuando el comisario de esta exposción, Miguel Falomir, explicó que la obra depositada en Cantoria podía tratarse de una copia del San Juan Bautista de Tiziano. Esta cercanía al supuesto original hizo que en 2007, el Museo del Prado reclamó la pintura para someterla a una serie de estudios.
Y sin lugar a dudas, los expertos concluyeron que la que se consideraba una copia era en realidad el verdadero ‘San Juan Bautista’ de Tiziano, pintado en torno a 1550.
Ahora es cuando los vecinos de Cantoria pueden faldar de haber albergado en su pueblo una de las obras de uno de los mayores pintores del siglo XVI.