El poeta Eduardo García, ganador del Premio Nacional de la Crítica 2008 en la modalidad de poesía por su obra ‘La vida nueva’, editada en Visor y galardonada, también, con el Premio Fray Luis de León. Eduardo García ha recibido importantes distinciones literarias como Premio “Juan Ramón Jiménez”, Premio “Ojo Crítico” de Radio Nacional de España, y Premio “Antonio Machado en Baeza, es el invitado esta semana del Centro Andaluz de las Letras. Este poeta cordobés de adopción participará así en el ciclo ‘Últimas noticias de la Poesía’ y estará con los almeriense el miércoles, a las 20 horas, en la Delegación de Gobierno.
Con este programa, Cultura pretende resaltar los valores de la poesía, de importancia fun-damental en otras tradiciones literarias. Para ello, la programación del CAL cuenta con Eduardo García, especialista en este género, que ofrecerá también un repaso a su obra de mayor y último éxito como también la lectura de algún fragmento de la misma. El autor estará presentado por el escritor almeriense, José Andújar.
Eduardo García, nacido en São Paulo en 1965, es profesor de Filosofía, y reside desde 1991 en Córdoba. Como poeta ha publicado los libros: ‘Las cartas marcadas’ (1995), ‘No se trata de un juego’ (1998; Premio “Juan Ramón Jiménez” y Premio “Ojo Crítico” de Radio Nacional de España), ‘Horizonte o frontera’ (Premio “Antonio Machado en Baeza”, Hiperión, 2003), ‘Refutación de la elegía’ (Generación del 27, 2006) y ‘La vida nueva’ (Premio “Fray Luis de León”, Visor, 2008).
Su obra ha sido recogida en numerosas antologías de poesía española contemporánea. En paralelo a su obra de creación ha cultivado la reflexión sobre el fenómeno poético en los ensayos ‘Escribir un poema’ (Fuentetaja, 2000; 2ª ed. 2003) y ‘Una poética del límite’ (Pre-Textos, 2005).
Este poeta reivindica la sensibilidad de nuestro tiempo, así como la “hechicería evocato-ria” que invocaba Baudelaire y que produce que gocemos el don del verso repentino. También busca en su poesía, la ruptura del orden previsible, lo que evidencia un tono poético que hace al lector saltar al vacío de la interioridad sin la red de la retórica, desoyendo los excesos de la voz censora de la métrica, el buen tono, y la unidad. Se trata de un autor que escucha las voces que le habitan, intentando encontrar entre ellas aquella donde alienta una revelación.