El Poveda más 'jondo'

Tras varios meses desde el anuncio del concierto de Miguel Poveda, los almerienses disfrutaron de una noche llena de magia, flamenco, arte y pasión. Con un abrumador ‘lleno hasta la bandera’ el artista salió al escenario pasados apenas unos minutos de las diez de la noche. Con un ‘look’ impecable, traje de chaqueta negro, corbata y un semblante emocionado, Poveda comenzó la noche repasando algunos de los palos más representativos del flamenco, desde los más alegres y festivos hasta los más profundos en los que cada quejío se carga de sentimiento.

Al son de ‘Para la libertad’ el artista tuvo su primer contacto con el público acompañado en todo momento de Jesús Guerrero a la guitarra y Joan Albert Amargós al piano.

La mayoría del repertorio que al artista interpretó en la primera parte, es un reflejo del cante más tradicional aunque con las aportaciones que el artista les da, conservando su esencia pero pasándolos por su filtro personal. Seguirillas, soleás, cantes mineros, tangos y bulerías fueron algunos de los cantes que interpretó Poveda sobre las tablas del Maestro Padilla.

Tras romper el hielo con los primeros temas, el artista se confesó con el público asegurando que encontrarse muy feliz en su reencuentro con los almerienses. “Este concierto tiene un formato ‘íntimo’ porque con él quiero compartir mis sentimientos, mis creencias más intimas sin olvidar la base que tengo en mis cante flamenco” explicó el artista catalán.

Así, en este primer bloque, Poveda interpretó sonetos de Federico García Lorca, Miguel Hernández y del poeta Ángel González.

Para separar los bloques, el guitarrista Jesús Guerrero interpretó un solo de guitarra con el desgarro y el arte propio de una noche flamenca. Un músico que logró arrancar la ovación del público asistente, ya que en lugar de tocar la guitarra, la acariciaba para poner la nota musical a una noche llena de emoción.

Con un aspecto más desenfadado, volvió Poveda sobre las tablas del Maestro Padilla, sin corbata y sin chaqueta para cantar tientos, tangos “y lo que nos apetezca”.

Y sin ningún pudor, desnudó su alma para disfrute de los asistentes poniendo a la noche tonos ámbar, morenos y tostados, llegando hasta la última fila del Nivel B del Auditorio con una copla llena de sentimientos, fuerza y pasión.

Fue el popular ‘Tirititran’ que cantaba Camarón el que abrió el segundo bloque. Lejos de caer en imitaciones con el cantaor de San Fernando, Poveda interpretó con un estilo único, lleno de fuerza y magnetismo las coplillas que arrancaron los vítores del público y las palmas.

Entre la emoción que sentía el Auditorio y el respeto por el artista, la noche iba transcurriendo con un silencio sepulcral tan sólo interrumpido por las emociones que surgen con el bullir de sus canciones y la magnética e inimitable voz de Poveda.

Alcanzando el final, el público iba pidiendo a gritos al cantante, los temas que querían escuchar de su garganta. Un sentío Taranto que interpretó “con todos los respetos a esta tierra cantaora que es Almería”.

Tras él llegó una guajira y un fin de fiesta que puso la guinda a una noche irrepetible, que los almerienses tardarán en olvidar y es que Miguel Poveda, se entregó por completo en una noche que pasó de ser ‘íntima’ a toda una fiesta del mejor flamenco.

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