La vitamina D cumple un importante rol en la salud ósea de las personas, previniendo raquitismo en niños y osteomalacia y osteoporosis en adultos. Además, incide en la respuesta inmune, la proliferación y diferenciación celular, la función muscular y el equilibrio, entre otras funciones conocidas. La fuente principal de vitamina D es la exposición a la luz solar, además de la ingesta dietaria. Si una de estas dos fuentes falla, se produce carencia de vitamina D, causando problemas de salud. Justamente esto está ocurriendo en Chile, donde la población presenta unos niveles de vitamina D preocupantes.
El Gobierno de este país iberoamericano decidió añadir un extra de vitamina D al pan y a la leche, para facilitar que la población tenga acceso a este elemento fundamental para la salud. Sin embrago, la medida, aprobada en 2022, todavía no se ha puesto en marcha, lo que ha despertado el descontento de la comunidad científica chilena.
Como una “mala noticia para la población” calificó Francisco Pérez, director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la U. de Chile, el atraso en 24 meses de la implementación del Decreto Nº 48, que modifica el Reglamento Sanitario de los Alimentos para hacer obligatoria la fortificación con vitamina D3 de la leche y harina.
En una columna publicada por La Tercera, el experto señaló que “los adultos mayores, y principalmente nuestra población pediátrica, han mostrado déficits muy importantes de este micronutriente desde hace varios años”, evidenciado esto por la Encuesta Nacional de Salud (ENS) 2016-2017 y otros estudios, que, agregó, “siguen demostrando un déficit muy relevante, con cifras que incluso han empeorado recientemente”.
Por qué Chile obligará a que la leche y el pan lleven una dosis extra de vitamina D
La ENS 2016-2017 reveló que en mayores de 15 años, mujeres en edad reproductiva y personas mayores la suficiencia o niveles adecuados de vitamina D solo alcanzó al 13%. Otros resultados publicados en los años 2020 y 2021 (aún sin considerar la pandemia), mostraron, por una parte, datos alarmantes de déficit cercanos al 80% en población de 4 a 14 años de edad y confirmaron este déficit creciente en personas mayores, donde la insuficiencia fue del 88%, resultados muy consistentes con lo descrito en la ENS.
“Las causas que explican este déficit pueden ser variadas, y entre las más importantes están la alta prevalencia de sobrepeso y obesidad en la población chilena. Recordemos que la vitamina D es una vitamina liposoluble y su efecto puede diluirse en la medida que hay más tejido adiposo. Otro aspecto a considerar es la baja exposición al sol que tienen las personas (situación de particular importancia en el sur de nuestro país) y al uso de fotoprotectores solares, lo cual impide la producción endógena de esta vitamina”, detalló el profesor Pérez, quien en 2018 participó como miembro del comité asesor de Vitamina D del Ministerio de Salud y también fue presidente de la Sociedad Chilena de Nutrición.
Aplazamiento de la medida
“En un contexto donde la salud pública enfrenta constantes desafíos, la fortificación de alimentos con vitamina D3 se perfilaba como una intervención necesaria y urgente. El argumento técnico presentado como causa de la demora en la implementación del decreto debe resolverse y acelerarse”, señaló director del INTA de la U. de Chile, agregando que “la evidencia científica respalda la fortificación de alimentos como una medida efectiva para mejorar los niveles de vitamina D en la población”.
La vitamina D es esencial para la salud ósea y la función inmunológica. “En los adultos mayores, cuya capacidad de sintetizar vitamina D endógenamente disminuye notablemente a partir de los 45 años, la ingesta adecuada de esta vitamina se vuelve aún más crítica. La deficiencia de vitamina D está relacionada con un mayor riesgo de fracturas y osteoporosis, condiciones que afectan significativamente la calidad de vida y suponen una carga para el sistema de salud”, detalló el especialista.
Desde la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, el director del Departamento de Nutrición, Rodrigo Valenzuela, señaló que lo esperado era que este aumento “pudiese contribuir a reducir la deficiencia de esta vitamina en la población chilena”, pues “no se encuentra en forma masiva en muchos alimentos”. A pesar del retroceso en esta medida, el especialista destacó que existen alimentos que ya se encuentran fortificado, como algunos lácteos, que “han demostrado ser muy eficientes como vehículos de vitamina D. Por eso, mi sugerencia es que las personas busquen una leche o yogur que lo indique, que ya están disponibles en los supermercados y en los negocios de barrio”.
Ahora, considerando este déficit, advirtió, es importante que si las personas “requieren de suplementación de vitamina D, que esta sea supervisada por un nutricionista o por un médico especialista en nutrición”. Ante esto, recomendó que “primero siempre es bueno hacerse un examen de sangre para ver cómo están los niveles de vitamina D, para que el suplemento nutricional que se consuma sea el requerido, pues hay una variedad de suplementos”. Mientras se corrige o revisa lo que se había propuesto para la fortificación de alimentos, añadió, es relevante “preocuparse de una alimentación saludable, que quiere decir variada, en que esté la mayor cantidad de alimentos posibles en la dieta durante el día; controlar el peso corporal; 15 minutos de exposición al sol, y consumir alimentos que aporten vitamina D”.
Oportunidad para revisar la concentración de vitamina D3
En opinión del director del INTA de la U. de Chile, el aplazamiento debería ser una oportunidad para reconsiderar la concentración de vitamina D3 propuesta en la fortificación de alimentos, ya que esta es baja en comparación con índices internacionales. Un buen ejemplo es Finlandia, país donde se ha realizado la mayor política pública de fortificación de productos con vitamina D, la cual amplió el rango de productos fortificados, además de la leche a las margarinas, jugos de frutas y cereales. Los resultados de esta fortificación aplicada desde el año 2003 y reformulada en el año 2011 ha generado que la población mejore su estatus de Vitamina D desde 19 ng/ml promedio a 26 ng/ml, con resultados sorprendentes respecto a mejoría en prevalencia de enfermedades crónicas y reducción de la mortalidad.
“Alinear las concentraciones de vitamina D3 con los estándares internacionales no solo garantizaría una mejora más significativa en los niveles de este micronutriente en la población, sino que también podría contribuir a una reducción más efectiva de las enfermedades relacionadas con su deficiencia. Es importante destacar que representantes de la industria alimentaria han informado que esta medida no debería tener una gran incidencia en los precios de los productos fortificados”, finalizó el profesor Francisco Pérez.