El humus de lombriz se plantea como una nueva solución a los residuos vegetales

Una nueva planta piloto de gestión de residuos vegetales de Tabernas puede haber dado en el clavo, a la hora de encontrar una salida viable para los residuos agrícolas. Y es que, la planta de Teconsa ha presentado un nuevo sistema para transformar en fertilizante los residuos de invernadero, sin embargo se trata de una apuesta de cara al futuro, ya que esta planta piloto está preparada para tratar los residuos de sólo 200 hectáreas de invernaderos.

La empresa, que puso el proyecto en marcha el año pasado, la integran la cooperativa agrícola Casur -que tiene el 51% de las sociedad y que aporta la materia prima-; Suca, con el 24%, que se encarga de la comercialización del humus; y Vellsam, con otro 24%, que aporta la tecnología. En la puesta en marcha del proyecto ha colaborado también Cajamar, que ha aportado las lombrices.

Según el responsable de la empresa y presidente de Casur, José Martínez Portero, en la planta se están tratando los restos de las cosechas de las 200 hectáreas de los socios de la cooperativa, que sólo pagan el coste del transporte, “ya que con la venta del humus podremos asumir los gastos de la producción, y además, encuentran una solución a los residuos, que tienen que ser tratados y no arrojados a las ramblas”.

De acuerdo con los resultados obtenidos en el primer año de funcionamiento de la planta, se estima que podrán obtenerse unos 2 millones de kilos de humus. Según sus estimaciones, la producción de humus puede suponer al agricultor un ahorro de unos 400 euros por hectárea, en comparación con el coste que tenía que asumir hace unos años para la gestión de los restos de las cosechas.

El humus se obtiene a partir de los excrementos de lombrices alimentadas con los restos vegetales de las cosechas, un producto que tiene un gran valor como fertilizante para el suelo y las plantas. En el primer año de funcionamiento de la planta, según Martínez Portero, se han empleado unos seis meses para la obtención del humus, tiempo que, no obstante, esperan reducir a cuatro meses: un mes o mes y medio para preparar las matas para que sirvan de alimento a las lombrices, y otros tres meses más para que las lombrices los coman.

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