El futuro de la universidad pasa por la creación de empresas tecnológicas “fuertes”

Carlos Vargas, profesor de Derecho Mercantil de la Universidad de Almería y director de la OTRI (Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación), dirige el curso de verano sobre “La transferencia de conocimiento desde la Universidad: propiedad intelectual y empresas de base tecnológica”. En esta entrevista hace un repaso de la situación actual y de la normativa que regula estos aspectos. En la actualidad, la UAL cuenta con 26 empresas de base tecnológica y ha logrado situarse entre las diez universidades españolas con mayor número de patentes.

Este curso de verano expone cuáles son los mecanismos de transferencia de investigación de la universidad al mundo de la empresa.

R. Sí, lo cierto es que este es un tema novedoso y muy actual. En la UAL tenemos un buen número de estas empresas de base tecnológica o spin-off académicas, que son empresas generadas en el contexto de la universidad y que tienen muchos beneficios académicos y económicos, pero también ciertas peculiaridades.

¿Cuáles son esas peculiaridades?

R. Desde el punto de vista jurídico, hay una normativa reciente que regula cómo se puede compatibilizarse el desarrollo de la actividad laboral en la universidad y en las empresas de base tecnológica.

¿Qué normativa es?

R. La Ley Orgánica de Universidades y la Ley de la Ciencia regulan la posibilidad de que el investigador pueda pedir una excedencia para dejar su puesto en la universidad y trabajar en una spin-off. Creo que en el contexto actual es difícil que un profesor deje el puesto fijo en la universidad para hacer una apuesta de este tipo, porque suele ser una apuesta de riesgo, aunque en los próximos años, creo que cada vez será mayor el número de personas que trabajen en la universidad y luego lo hagan en este tipo de empresas de base tecnológica.

La transferencia de investigación a las empresas es algo todavía reciente en nuestro país.

R. Así es y todavía no hemos llegado adónde tenemos que llegar. Es la paradoja europea, que se da especialmente en el caso de España: se investiga mucho, se publica mucho, pero se transfiere poco. En Estados Unidos nos llevan muchos años de ventaja, puesto que en la década de los 80 ya empezaron a crear de manera activa empresas de base tecnológica y en España comenzamos en el año 2000.

¿En qué situación se está ahora?

R. Las cosas están mejorando porque si se ven los indicadores de nuestro país en 2000 y en la actualidad, se han duplicado desde los contratos de investigación, el número de patentes o el número de empresas de base tecnológica. No obstante, hay cosas que deben hacerse para mejorar estos datos. Por ejemplo, no está valorado curricularmente el esfuerzo que se hace en la transferencia y muchas veces, el profesor, que sabe que su desarrollo profesional va de la mano de su desarrollo curricular, prefiere publicar que proteger y transferir su investigación. Ese cambio de mentalidad tiene que venir también por parte del Gobierno, que tiene que fomentar que haya transferencia.

¿Qué porcentaje se queda la universidad y cuál es para el investigador cuando se firma un contrato de transferencia?

R. La universidad se queda el 15 por ciento por costes indirectos. Las investigaciones se hacen en laboratorios que valen muchísimo dinero, que es dinero público, y es normal que si existe una relación contractual entre un investigador y una empresa, la universidad reciba un porcentaje por costes indirectos. Por otra parte, los investigadores deben saber que cuando crean algo, los inventos pertenecen a la propia universidad. La mitad de los posibles beneficios que resulten de la patente son para el investigador y la otra mitad para la universidad. Lo que no puede ser es que un investigador, después de años de investigación financiados con cargo a fondos públicos, consiga un invento y todos los beneficios sean para él. Ese reparto compensa los esfuerzos de uno y otro.

¿En qué situación se está ahora en Almería en cuanto a la creación de empresas de base tecnológica?

R. Ahora mismo tenemos 26 EBTs, pero lo que está claro que es la masa crítica de investigadores que pueden crear una spin-off académica se acaba y lo ideal sería crear una empresa de base tecnológica por año. No es tanto el número de EBTs que se creen como el potencial que tengan. La apuesta de futuro tiene que ser que la universidad participe en el capital social de estas empresas para que estas EBTs se desarrollen y tengan después retorno científico y académico. En cuanto al número de patentes, la Universidad de Almería está en el “top ten” de las universidades españolas con más patentes y ya hemos logrado que un 15% de esas patentes se están explotando a nivel comercial actualmente.

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