Investigadores de las Universidades de Granada y Almería han relacionado las conductas violentas de los escolares con el concepto que tienen sobre sí mismos y su capacidad de empatizar. Los resultados apuntan que aquéllos que se valoran de forma positiva y cuentan con mayor capacidad para ponerse en el lugar del otro, tienen menos posibilidad de agredir o ser agredidos.
Atendiendo a los resultados obtenidos, los investigadores proponen el autoconcepto como el factor psicológico en el que se debe trabajar desde una edad temprana para prevenir el comportamiento violento derivado de una internalización negativa del yo. “Los programas de intervención educativa deben promover la percepción positiva que el escolar tiene de sí mismo en sus diferentes dimensiones. Es importante trabajar la empatía como una habilidad social, que ayudará a los posibles agresores a ponerse en el lugar de la víctima, disminuyendo la prevalencia de estos comportamientos violentos”, indica a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Granada Manuel Castro, autor del artículo.
El estudio también ha puesto de manifiesto que la conducta violenta más usual es la instrumental, es decir, la que se ejerce para obtener algún beneficio, como pegar a alguien para quitarle el bocadillo o hablar mal de otro para tener más popularidad. Además, la idea positiva sobre el propio rendimiento académico es el indicador con mayor influencia sobre las conductas no violentas. Es decir, aquéllos que piensan que son buenos estudiantes son menos agresivos y sufren menos acoso.
Según los últimos datos publicados en el ‘Estudio Conducta sobre Salud de los Jóvenes en Edad Escolar’ (HBSC, por sus siglas en inglés) de la Organización Mundial de la Salud, el índice de victimización en España es inferior al de la mayoría de los países europeos. Aún así, el 7,5% de los niños y el 4,3% de las niñas fueron víctimas de acoso escolar.
Ante esta situación, los agentes de educación y salud insisten en la elaboración de estudios y la implantación de programas que reduzcan los casos de abuso en las aulas. Atendiendo a esta demanda, estos expertos han publicado un artículo titulado ‘Explanatory model of violent behaviours, self-concept and empathy in schoolchildren. Structural equations analysis’ en la revista PLoS One en el que establecen la importancia del autoconcepto y la empatía para la erradicación de las conductas violentas.
Los resultados del estudio muestran que en niveles más bajos de empatía aumenta el desarrollo de la agresividad, mientras que un alto nivel disminuye los comportamientos violentos, debido a que cuando el escolar es capaz de identificar los sentimientos de otras personas, evita causar daños. “En cuanto a la relación entre el autoconcepto y la empatía, se ha demostrado una relación positiva entre ambos factores psicológicos. De hecho, se observa que cuando aumenta la empatía, también lo hace el autoconcepto debido a una mejor comprensión e internalización de las circunstancias psicosociales del otro y su influencia en la propia realidad de cada individuo”, añade el investigador.
Ni el tipo de centro ni el género ofrecen diferencias en cuanto a la relación entre estas variables. Sin embargo, el estudio confirma los resultados obtenidos en otros trabajos sobre el tipo de violencia que ejercen chicos y chicas. Ellos practican más la violencia manifiesta, que surge cuando hay algún tipo de agresión física o verbal, como golpear o insultar a un compañero directamente y en la se puede identificar al agresor. Ellas ejercen más la relacional, referida a los comportamientos que provocan la exclusión de un miembro del grupo de iguales y en los que el agresor puede permanecer anónimo.
Ecuaciones contra el acoso
Con la información obtenida tras el estudio, se pueden desarrollar implicaciones prácticas centradas en el desarrollo de programas de intervención en centros educativos para reducir el comportamiento violento entre los adolescentes promoviendo un buen autoconcepto y trabajando la empatía.
El trabajo de investigación analizó la respuesta a diversos cuestionarios de 734 escolares (45,2% niños y 54,8% niñas) de quinto y sexto año de primaria en once centros de Granada. Con los datos obtenidos, los expertos han desarrollado un modelo teórico que define y analiza las relaciones entre el autoconcepto, la empatía y los comportamientos violentos en el aula a través de ecuaciones estructurales, una técnica de análisis estadístico. Con ella se obtienen resultados que analizan las distintas variables y establecen relaciones causales entre ellas.
Concretamente, el alumnado completó distintas baterías de preguntas atendiendo a estos criterios. Así, el test de autoconcepto valora la visión académica, familiar, social, emocional y física de cada escolar con la puntuación del 1 (nunca) al 5 (siempre) en afirmaciones del tipo “hago bien el trabajo escolar”. Por otro lado, la prueba de empatía cognitiva y afectiva consta de 33 ítems que se califican usando una escala desde 1 (totalmente en desacuerdo) a 5 (totalmente de acuerdo) en cuestiones como ‘me siento bien si otros se divierten’.
Por último, los datos sobre el comportamiento violento en la escuela se obtienen de un cuestionario en el que se evalúan desde 1 (nunca) hasta 4 (siempre) afirmaciones del tipo ‘soy una persona que pelea con otros’. Los resultados se dividen en dos categorías diferenciando la violencia manifiesta y la relacional o indirecta. A su vez, cada tipo de agresión diferencia tres subescalas: pura, realizada como comportamiento espontáneo, reactiva, como respuesta a un comportamiento previo, o instrumental, cuando el agresor busca obtener un beneficio derivado de esa agresión.
Los investigadores plantean la necesidad de continuar los trabajos analizando otras construcciones de interés como la autoestima, el estrés o la ansiedad que también podrían intervenir en el desarrollo de conductas violentas entre escolares.
El estudio se ha financiado a través de los fondos del propio departamento de Didáctica de la Expresión Musical Plástica y Corporal de la Universidad de Granada.